T enía cuatro años y aprendí a cuidarme sola. Todos en casa se iban a sus actividades y como no había niñera ni nadie quien me cuidara, me dejaban sola a mi suerte. Sabía perfectamente que no debía meter los dedos en el interruptor por más curiosidad que tuviese, no lo hacia. A los diez años, ya tenía llave de la casa, mi independencia fue gobernándose desde temprana edad. Me iba al colegio sola y me regresaba sola, sabía perfectamente como cruzar y por donde ir, vivía sin temores a que me rapten. A los doce años, agarraba mi bicicleta y me iba paseando por los lugares más osados de la ciudad, en pleno tráfico iba ganando cancha, o me paseaba toda la panamericana, siempre mirando hacia atrás si algún imprudente no se da cuenta de mí. Iba sonriendo, disfrutando sin temor a que me atropellen o me roben. A los catorce años, me robaba a escondidas el carro de mi papá, mis primos fueron mis cómplices de ésta osadía. El carro se iba repleto, felices, apuraditos para iniciar marcha y saludar ...