Desde la primera vez que nos reencontramos después de mucho tiempo. Sentí una atracción, de esas que facilmente no se van, pero te dejan pensando en caso pudiese ver una posibilidad, lo vi en sus ojos, el quería abrazarme, no se si de emoción o por sospechar que fuera real. Tan real como sus sueños apagados hacia mi, una locura extasiada, sin duda una fantasía sexual. El resto de las citas se tornaron deseos concluidos, tanto el como yo estuvimos lidiando con el fuego del deseo, la carne, el amor, lo sucio e infiel que puede ser, también he de sentirme sucia me pregunté, pues encontré una buena respuesta, una sucia digna, sin rendirle cuentas a nadie, llegaré hasta donde se pueda, hasta que nada ni nadie pueda saber de lo nuestro, a menos que uno de nosotros lo confiese ante el todo poderoso. La mea culpa, la confesión perfecta y a la vez castigadora en las penumbras, y liberada al encontrar la paz y la tranquilidad. _ ¿En que piensas?. - me replicó-. _ En nada bueno. -sonreí a...