M e encontraba desesperada, necesitaba conversar con alguien, contarle mis cosas, las cosas que me pasaban y no podía desahogar mis penas, no quería una amiga, me era imprudente seguir contándole mis cosas a mamá, no me parecía justo que cargara sus problemas laborales con los míos. Quería que alguien me escuchara, alguien imparcial. Él, ya no se encontraba y en los meses anteriores que lo llamé me brindó un buen consejo y aun así, llevaba su recuerdo clavado como espina en el corazón. Estando en mi escritorio, entré al Google, busqué ayuda, me arrojó una lista, escogí al azar y preferí que fuera mujer. La llamé del teléfono de la oficina, me contestó con voz pausada, y quedamos en vernos ese mismo día por la noche. Llegué a su casa con retraso, pensando en lo mal de la hora. Me recibió una señorita, y me hizo pasar a la sala, me senté mirando alrededor y en un momento dude de estar allí. En ese preciso momento ella sale, con un abrigo rojo y me saluda con un cariñoso abrazo, ...