L a ultima vez que conversé con mi abuelo fue hace tres años, meses antes de que fallezca, en realidad a toda la familia nos consternó su pérdida. Se encontraba bien, se veía bien, controlaba su diabetes haciendo dietas y tomando medicación recomendada por el médico, en fin. Una mañana recuerdo que fue a la casa, de visita a ver como andaba todo, se sentó en el sofá del recibidor y conversamos de muchas cosas, de la política, de mis estudios, -en ese entonces ya había acabado la universidad y solo esperaba terminar mi curso de titulación- y le noté en el brillo de sus ojos una emoción interna, era como un orgullo atravesado en la garganta y que no me lo supo decir, pero le leí sus gestos y eso me conmovió y entendí que en realidad yo era el orgullo de su corazón. Me habló de la abuela, le daba mucha pena su estado y temía que en cualquier momento ella partiera, tal vez eso le afectaba. Seguido de eso, me dijo que siempre la vaya a visitar, que la...