F ue un año muy difícil para mí, no podía soportar el cambio brusco de colegio. Ese año pasaba a tercero de secundaria y para mi desgracia terminé el quinto año en dicha institución. Los salones se contemplaban con tal desorden que se confundía con un almacén. Las alumnas con los cabellos alborotados, con las medias anchas y desencajadas, con el uniforme a medio arreglar, ni que decir de los zapatos. No podía soportar tanta estrechez no sólo de las alumnas, sino también de los profesores en general. El primer día de clases me era inútil. Formar filas para cantar el himno nacional en pleno sol infernal, -no sé como pude aguantar tanto-, al terminar de escuchar palabras de la directora y entre otra directiva. Rompimos filas para pasar a nuestros respectivos salones. Para mi suerte encontré a tres compañeras con quienes había estudiado en la primaria; Lorena, Natalia y Joana. Las chicas se emocionaron al verme y creo que yo también, al saber que no estaría tan sola. Lore, con quien ...