L legué, nadie me abría la puerta, una, dos, tres tocadas de timbre, y nada, de pronto visualicé a un grupo que se acercaba desde aquel callejón oscuro, eran ellos, los del grupo. Nos saludamos. Por mi parte estaba contenta de verlos pero también contenta por recibir una grata sorpresa, que al fin y a cabo resulto siendo mi soga al cuello. Nuestro amigo, demoró en abrirnos, salió muy apropiado para la reunión, entre risas y vacilón hacía su persona, subimos aquellas empinadas escaleras de madera del cual pensé que me llevaría hacia la cima de mi éxito, e inclusive me hice vagas ilusiones. Ahí estaba el resto de la gente, después de muchos meses sin vernos, nos saludamos con mucho afecto y cariño, conversamos un poco, incluyéndome a otros pequeños círculos de amigos, por ahí alguien me hizo un coqueteo, sentí esa ligereza en el cuerpo que se llama seducción, quería seguirle preguntando mas sobre el, me lleve la sorpresa que me llevaba algunos año...