Llegué, nadie me abría la puerta, una, dos, tres tocadas de timbre, y nada, de pronto visualicé a un grupo que se acercaba desde aquel callejón oscuro, eran ellos, los del grupo. Nos saludamos. Por mi parte estaba contenta de verlos pero también contenta por recibir una grata sorpresa, que al fin y a cabo resulto siendo mi soga al cuello.
Nuestro amigo, demoró en abrirnos, salió muy apropiado para la reunión, entre risas y vacilón hacía su persona, subimos aquellas empinadas escaleras de madera del cual pensé que me llevaría hacia la cima de mi éxito, e inclusive me hice vagas ilusiones.
Ahí estaba el resto de la gente, después de muchos meses sin vernos, nos saludamos con mucho afecto y cariño, conversamos un poco, incluyéndome a otros pequeños círculos de amigos, por ahí alguien me hizo un coqueteo, sentí esa ligereza en el cuerpo que se llama seducción, quería seguirle preguntando mas sobre el, me lleve la sorpresa que me llevaba algunos años menor que yo, pero aparentemente se veía de treinta y tantos.
Alguien anunció que ya era hora de presentar a los futuros postulados, pues se presentaron de buena onda, otros con los nervios encima, preguntas y temblorosas respuestas iban y venían.
Era mi turno, y antes saqué dos clavos de olor de mi bolso, para calmar mis nervios, no sabia que decir. Me paré y me presente ante todos con mucho respeto, tomándolo de medida seria -creo que eso fue mi debilidad-, terminé, mi cuerpo se aflojó y sentí alivio en mi garganta. Uno de ellos me hizo una pregunta desafiante, y le respondí cual era mi parecer, creo que él no entendió mi respuesta y yo tampoco sabia adonde quería llegar, por lo que de seguro que no di con la respuesta que el quería escuchar. Aplaudieron, sonrieron, me senté.
De pronto, la de mi lado, exactamente ella, la chica que menos me simpatiza entre apenada, se autopostuló para el mismo puesto que yo. La miré de lado, y quería agarrarla en ese momento por el cuello, como era posible que ella quiera robarme mi puesto, mi candidatura.
La mujer, se levanto, sin decir mucho, y todos a secas con un gracias no le hicieron mas preguntas, pensé que la actitud de los entrevistadores y del grupo era, okay, siéntate, pero no fue así.
Levantamos la sesión de medio tiempo, y conversamos entre grupos, tomando uno que otros algunas copas, riendo y conociéndonos más, cuando de pronto me acerco al bar, a servirme un poco más de soda, ahí estaba ella, con el resto de la directiva contando los votos, me dije algo se trae ella, en ese momento quería meterme pero no fue así, decidí mejor tomar distancia y regresé al grupo que la conversa estaba buena.
Finalmente nos llamaron, a tomar asiento, la decisión ya estaba tomada, antes de que se dictara a la nueva directiva, el quien me convocó se levantó y claramente escuché que dijo mi nombre y un no como sentencia, va ella.
Mis pensamientos corrieron como cinta de vídeo, recordando un poco que fui, lo que hice mal.
Llego mi supuesto puesto, y en efecto la nombraron a ella, creo que ella no sabia que estaba elegida, y por mi parte fue una patada en el trasero. No entendí nada. Sigo sin entender, porque ella quiere lo que yo quiero, es una mujer vivaz, engreída y todo lo quiere para ella, eso se llama ser arribista, no hay mejor definición alguna que esa.
Al día siguiente desperté, pensando que todo era un mal sueño, pero no, me tomé la molestia de ver mis correos y ahí estaba, las felicitaciones a la nueva directiva con nombres y apellidos incluidos.
Seguía sin poder creer, fue como aquellas bombas artificiales que son lanzadas al cielo inesperadamente cuando de pronto revientan tan fuerte que causan susto, otros alegría, otros disgusto y para otros caen en un mal momento.
Nuestro amigo, demoró en abrirnos, salió muy apropiado para la reunión, entre risas y vacilón hacía su persona, subimos aquellas empinadas escaleras de madera del cual pensé que me llevaría hacia la cima de mi éxito, e inclusive me hice vagas ilusiones.
Ahí estaba el resto de la gente, después de muchos meses sin vernos, nos saludamos con mucho afecto y cariño, conversamos un poco, incluyéndome a otros pequeños círculos de amigos, por ahí alguien me hizo un coqueteo, sentí esa ligereza en el cuerpo que se llama seducción, quería seguirle preguntando mas sobre el, me lleve la sorpresa que me llevaba algunos años menor que yo, pero aparentemente se veía de treinta y tantos.
Alguien anunció que ya era hora de presentar a los futuros postulados, pues se presentaron de buena onda, otros con los nervios encima, preguntas y temblorosas respuestas iban y venían.
Era mi turno, y antes saqué dos clavos de olor de mi bolso, para calmar mis nervios, no sabia que decir. Me paré y me presente ante todos con mucho respeto, tomándolo de medida seria -creo que eso fue mi debilidad-, terminé, mi cuerpo se aflojó y sentí alivio en mi garganta. Uno de ellos me hizo una pregunta desafiante, y le respondí cual era mi parecer, creo que él no entendió mi respuesta y yo tampoco sabia adonde quería llegar, por lo que de seguro que no di con la respuesta que el quería escuchar. Aplaudieron, sonrieron, me senté.
De pronto, la de mi lado, exactamente ella, la chica que menos me simpatiza entre apenada, se autopostuló para el mismo puesto que yo. La miré de lado, y quería agarrarla en ese momento por el cuello, como era posible que ella quiera robarme mi puesto, mi candidatura.
La mujer, se levanto, sin decir mucho, y todos a secas con un gracias no le hicieron mas preguntas, pensé que la actitud de los entrevistadores y del grupo era, okay, siéntate, pero no fue así.
Levantamos la sesión de medio tiempo, y conversamos entre grupos, tomando uno que otros algunas copas, riendo y conociéndonos más, cuando de pronto me acerco al bar, a servirme un poco más de soda, ahí estaba ella, con el resto de la directiva contando los votos, me dije algo se trae ella, en ese momento quería meterme pero no fue así, decidí mejor tomar distancia y regresé al grupo que la conversa estaba buena.
Finalmente nos llamaron, a tomar asiento, la decisión ya estaba tomada, antes de que se dictara a la nueva directiva, el quien me convocó se levantó y claramente escuché que dijo mi nombre y un no como sentencia, va ella.
Mis pensamientos corrieron como cinta de vídeo, recordando un poco que fui, lo que hice mal.
Llego mi supuesto puesto, y en efecto la nombraron a ella, creo que ella no sabia que estaba elegida, y por mi parte fue una patada en el trasero. No entendí nada. Sigo sin entender, porque ella quiere lo que yo quiero, es una mujer vivaz, engreída y todo lo quiere para ella, eso se llama ser arribista, no hay mejor definición alguna que esa.
Al día siguiente desperté, pensando que todo era un mal sueño, pero no, me tomé la molestia de ver mis correos y ahí estaba, las felicitaciones a la nueva directiva con nombres y apellidos incluidos.
Seguía sin poder creer, fue como aquellas bombas artificiales que son lanzadas al cielo inesperadamente cuando de pronto revientan tan fuerte que causan susto, otros alegría, otros disgusto y para otros caen en un mal momento.
Comentarios
Publicar un comentario