N uestro dedo señalador, aquel dedo puntero, justiciero, desenvainado, aniquilador, que se presta para un millón de señales que se van dando conforme lo vamos mencionando uno tras otro. No tenemos conciencia de nuestro dedo y sin querer ya está apuntando, está lesionando cuerpos, quien nadie sabe si es verdad o no. La critica, los malos comentarios, los creos, los que afirman, los que dicen, los que lastiman, los celos, las burlas, las sorpresas, las alegrías ajenas, la pena personal, la culpa, la venganza, la traición, la verdad, la mentira, el me dijo, ella dice, ellos dijeron, tu dijiste, yo le dije, yo me defiendo. Si pues, a veces nuestro dedo índice tiende a jugarnos una muy mala pasada, creemos tener la verdad absoluta, creemos imaginar cosas que no son, creemos que somos engañados, o tal vez queremos desafiar al otro para sentir culpa o pasar como victima justiciera. Las palabras dichas matan, las palabras escritas sorprenden, las pal...