Mamá dijo que cuando yo crezca seré grande siempre y cuando terminé de comer las yemas de huevo, cosa que a mi no me gustan, lo miro una y otra vez, y ahí están, me rehuso a ingerir una cucharada de estas, no me gusta las yemas de huevo. A mamá se le ve paciente, viene hacia mi y retira el plato. Ya puedo bajarme del banco donde estuve sentada cerca de una hora, para mi es todo un sacrificio, no sé si mamá es mala conmigo o poco generosa, siempre me alimenta con lo menos que me apetece comer. Mi abuela dice que no tiene a nadie quien la acompañe al mercado, pues yo me ofrezco como voluntaria. Ella, sonríe jubilosa y acepta mi propuesta. Ambas nos divertimos haciendo las compras, tanto ella como yo. No solo mi abuela toca y tantea la fruta o los cereales, sino que también como su fiel ayudante, también hago muestra de mis habilidades, toco el arroz suelto una y otra vez, se ve muy divertido y acerco mi otra mano y hago de esta un embudo para que se pase el arroz. La señora que...