Jamás imaginé que siendo muy pequeña crecería con cierta rebeldía a tal extremo que me dominaría.
Mi madre una mujer fría, de pocos amigos con el alma triste, supongo porque su vida no fue tan próspera, guarda consigo la pena de la separación de su esposo; lleva innumerables trastiendas, abatidas, ocultas bajo siete llaves, sin revelar a nadie su secreto. Los años le han enseñado a ser una mujer dominante, intolerable, difícil de domar sobre todo a los gallardos e intrépidos hombres quienes la rondan, cualquier hombre que se le trate de acercar, le pone un aviso de alerta cual sirena de ambulancia, llamada que es es intocable, tierra minada, isla inhabitable.
Al poco tiempo se convirtió de mujer bondadosa a perversa, sin corazón y sentimientos como ella lo describe en aquel diario añejo y polvoriento: "Musinsen" -mujer sin sentimientos- calculadora y controladora, en pocas palabras se convirtió en una bruja muy agresiva, que todo quería que se haga según su cabala.
Mi rebeldía y su brujería hicieron nitroglicerina pura; una cuestión de insatisfacción y desaires por doquier.
Esto se debió a la pérdida de su esposo, del cual yo asumí ese cargo de esposo e hija a la vez. No es fácil ser ambas cosas a la vez, es algo que no puedo cubrir porque sencillamente no soy eso, su esposo.
Mi madre ahora la bruja, me ahogaba con sus tantas inclemencias de tener la razón, hasta se aparecía en mi closet escogiendo lo que debo y tengo que ponerme. Me hacía vestir como vieja cuarentona o cincuentona desde muy pequeña, porque ella veía elegancia, me hacia moños y hasta pasaba sus dedos por su lengua para pegarme algunos pelos sueltos del cabello, a las finales me dejaba el cabello bien babeado y oliendo a saliva, ¡que espanto!...
En mi crecimiento, me hizo un listado de las cosas que "no debería de hacer". Me di cuenta por la rutina del calendario, que la bruja padecía de menopausia ansiosa; sobre todo habían días especiales para estarlo, por ejemplo: "El día de mi cumpleaños", que se le hacia un mundo por no invitar a nadie o no hacer nada de nada, simplemente por ahorrar o ser infeliz y otra es las infinitas exigencias que no cumplía en la semana, todo era reclamos y reclamos con constantes amenazas.
Siempre hablaba de más, aquella bruja se convirtió peor que el enemigo, la casa dejó de ser casa para llamarse cuartel de ejercito.
La bruja no tiene escoba porque la dejó de usar hace mucho tiempo, cuando dejó el cargo de ama de casa, para hacer sus pociones mágicas de maldad, su maldad de ponerme en contra de todo lo que yo hago, digo y pienso -Porque te sacaba los pensamientos a flote antes que se lo digas, era buenísima en esa materia-
No se daba cuenta que con sus absurdos hechizos me enfermaba cada día más y cada vez que me sanaba, soltaba uno de sus tantos hechizos para postrarme nuevamente en cama y no salir jamás del cuartel, donde estaba sentenciada.
Un día en que ella se mandó a volar, en mi convalecencia, me di a la fuga sin dejar rastro, pero no me di cuenta que la bruja tiene un gran olfato y ocho sentidos activados.
Aun la bruja está buscándome y mientras tanto me seguiré escondiendo.
¡Me gustó! Un título atractivo y un contenido que te engancha desde el principio. Y el final preciso: "aún la bruja está buscándome y mientras tanto me seguiré escondiendo". Así muchos nos escondemos de las "brujas" que llegan a nuestras vidas y se niegan a irse o dejarnos en paz.
ResponderEliminarAsi es mi amigo, siempre tenemos a alguien quién nos controla, nos exige ya sea nuestra madre u otra persona que simplemente no nos deja respirar... que bueno que te haya gustado... un gran abrazo y beso.
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