La conocí en el verano de hace muchos años atrás, aun eramos niñas, nos encontrábamos en el proceso de cambios de niña-adolescente. Estábamos conociéndonos, ella con sus jeans y politos bien pegaditos, con el cabello bien arreglado para sus cortos once años, mientras que yo vestía con ligeros y sueltos vestidos con sandalias, y con el cabello recogido. Por cosas del destino los cursos de verano acababan y las clases de colegio empezaban, esto llegaba a su fin, ya era hora de separarnos, en aquel entonces nos olvidamos de pasarnos nuestra dirección, en fin algún día nos volveremos a ver, fue nuestro pacto mental.
Y así fue, al año siguiente por cosas del destino me cambiaron al mismo colegio que a ella. Sí, allí estaba ella, me saludo abanicándome la mano, me sentí más segura ya que no estaría sola, me acerqué, me presento al grupo de amigas y en menos de una semana ya compartía el mismo grupo que ella. Nos visitábamos, pero yo más a ella. Cuando llegaba a su casa nos encerrábamos en su dormitorio, claro es obvio, cosas de chicas, hay que ponerse al día con los chicos y chicas de otros coles, pero también era para compararse cuerpos, sobre todo ella, que sacaba un centímetro guardado en su velador y me hacia medir la cintura. Por mi delgadez y naturaleza pues creo que estaba en la cintura ideal de toda modelo, ella era llenita de cuerpo y forma, se comparaba con la suya y era desastroso ver aquel resultado, cada vez que iba a visitarla era siempre lo mismo y siempre lo mismo se deprimía. Eramos tan amigas y muy amigas, pero desde aquella fecha creo que ya las cosas ya estaban saliendo a flote.
Crecimos, terminamos el colegio y todo lo demás. Justamente a una edad en que ya eramos mayores de edad es ahí donde comienza a complicarse la situación amical.
Su situación personal y familiar se estaba despedazando, y eso implicaba a mi también. No sé como ni en que momento, pero me volví su consejera, psicologa, y mentora de sus acciones y cerebro.
Sus desequilibrios emocionales cada día iban aumentando, su furia guardada ya estaba declarada, su imposición al mundo era guerra. No había día en que no dejara de llamarme, era pan del día a día, y las veces que requería de mi servicio la atendía, le hablaba, porque es obvio es tu amiga hay que ayudarla, pero en el momento en que cada vez se volvía compulsivo esto ya se salía de control, era intolerable.
Ya no me llamaba para un consejo, sino para marcarme las horas y las extras también. Habían días en que no estaba y quien estuviese en casa o al teléfono, le respondía que estoy en tal sitio, iba a buscarme y me reclamaba: "Te he llamado y no estabas"...; es obvio no estaba porque estoy acá...¿no?...; yo lo tomaba a la ligera con gracia pero en el fondo no me gustaba y no me gustaba que me controlen las horas, ni nada.
Ella insistía que en dónde me había metido, qué que estuve haciendo hoy, por liberarme le respondía: ando ocupada con mis trabajos, clases y etc. Con tal de ya no verla o ya no seguir hablando más de absurdos temas.
Ella mi mejor amiga se convirtió en mi amiga con derechos, en mi repudiada amiga, controladora, amenazadora, insegura, desconfiada, vigilante, posesiva, prácticamente lo catalogo como un enamorado ultra celosisimo, Dios me ampare, esas fueron las palabras que soltaron de mi boca.
Como esto ya había safado de control, a los quienes estuvieran en mi casa le ponía aviso de alerta, si llama; no estoy, ¿a que hora viene?, ni idea, a media noche quizás. Esas fueron mis excusas.
Pero como ya sabia los lugares donde paraba me iba a buscar allí y ahí me encontraba, me hacia el pare y yo indirectamente le decía un déjame paz. Se acoplaba al grupo, se invitaba asimisma y yo atenuaba mi desagrado con una amable sonrisa, ok, vamos.
En messenger era terrible, tenia que entrar como desconectado primero y si estaba ella la ponía en no admitir y después me conectaba para vista y paciencia del resto de mis amistades. ¿Por qué la ponía en no admitir?, era simple, porque no teníamos tema de conversación, siempre me hablaba de lo mismo y me hostigaba con sus innumerables zumbidos en menos de un segundo si en caso no le respondía al momento, eso a mi me hartaba, prácticamente huí de ella al no admitirla y que cosas, que cosas porque se me fue de que sería tan astuta de hacerse pasar por un correo "x" del cual yo lo acepte pensando que era un amigo cercano, me doy con la sorpresa y era ella. Se armó la grande, me dijo mi vida larga y tendida "pensé de que eras mi amiga pero ya veo que no", y entre otras cosas más, yo como buen ángel, arreglé las cosas diciendo una de mis tantas excusas: "a todos mis amigos los tengo en no conexión, es que estoy ocupada...", y no recuerdo que otras cosas más le dije, se calmaron las aguas.
Prácticamente esa escena lo vi como que ella fuera la enamorada celosa y yo el macho malo e infiel enamorado, creo que así me veía. Sus problemas con su pareja lo enfocaba en mí, confundiendo amistad por derechos, derechos que no le pertenecen.
Prácticamente esa escena lo vi como que ella fuera la enamorada celosa y yo el macho malo e infiel enamorado, creo que así me veía. Sus problemas con su pareja lo enfocaba en mí, confundiendo amistad por derechos, derechos que no le pertenecen.
De esto ha pasado años. Después de esta bochornosa escena, me dediqué a hacer otras actividades para tenerme ocupada y distanciarme de ella. Mientras tanto me mantengo al margen aunque ya nada sea como antes, ni como antes mejor. Mientras que ella muy de vez en cuando me sigue llamando para saber de mí en cada momento como antes...
Definitivamente entretenido Jill!!, casi a la mitad me dio la impresión que se trataría de una obseción con la delgadez, una anorexia posterior, pero que taaaaal "amiga obsesiva" muy bueno!
ResponderEliminarPues si en realidad tb hay eso de anorexia y entre otras cosas, pero eso ya es otro tema.
ResponderEliminarPronto escribiré una novela completa :)