“Porque a sus Angeles mandará cerca de ti… En las manos te llevarán…" Salmo 91:11 y 12
Fue una sorpresa saber de ti, al verte sin querer en el face de un amigo y me animé a anexarte y es ahí donde surgió la magia llamada esperanza.
Te encontré en el momento preciso, del cual necesitaba de la ayuda de alguien, necesitaba identificar algo muy dentro de mí, pero no sabia que era y gracias a ti dí con ella.
Rebuscando entre mis recuerdos, tú aun muchachito, delgado, con rulos y corte hongo ibas por la leche de las mañanas, siendo yo aun una niña me saludabas con una transparente sonrisa. Desde ahí algo depararía el futuro, aunque ninguno de los dos supiese de que se trataría y años más tarde se volvería enhorabuena.
Al ver tus fotos de los diferentes lugares al cual has ido viajando, me di cuenta de algo, que estabas destinado para eso, para seguir los aires del buen viento, para hacer lo que tanto de gusta y tanto sabes hacer; cantar, llevando tu guitarra a distintos lugares. Viviendo de la música y disfrutando de la pintura, compartiendo el cariño del resto que sellarian con un pacto de amistad.
Tu felicidad es tan grande que sólo te basta contemplar el verdor de los árboles, que te trae mucha paz y energía para olvidarte de todo lo malo y ajeno.
Buscaba una respuesta pero no sabía como, cuando, ni en donde la encontraría, ni con quién.
Me animé a escribirte a saber de tí y hacerte saber un ¡espero que te acuerdes de mí!. A las pocas horas me devuelves el mensaje, me emocioné. Me escribiste algo de ti y tus actividades en los diferentes mensajes que aun conservo, como copia fiel que aun sigues siendo el mismo chico de la sonrisa transparente.
Algo muy dentro de mí gritaba, y me decía: cuéntale, es él. Pues obedecí a la voz profunda de mi ser y te escribí mis pesares. Enhorabuena porque en esa semana fue de grandes cataclismos en mi vida, por eso llegaste en el momento indicado y preciso.
Después de unos días, me enseñaste una serie de cosas, como hacer una lista de las cosas que me gustan, y todo era referente a lo bueno, separando lo desagradable. Hasta que llegué a conversar con mi cuerpo, con la parte más sensible de mí. Lloré, lloré mucho. Pero al fin la encontré. Te alegraste al saber que la encontré de ahí en adelante el camino sería largo me dijiste. No entendí lo último, lo largo que sería.
Más de una semana y hasta meses, te iba escribiendo mi estado corporal, lo bien o no bien que estaba, y tu seguías ahí sin darme la espalda, respondiendo a mis preguntas, dándome pautas de paz y equilibrio. Poco a poco me iba dando cuenta de ciertas cosas que pasé por alto, como las cosas y personas que me hacían un bien. Cada día era una nueva aventura encontraba más respuestas y a la vez más preguntas, hasta ahora último que te escribía preguntas con respuestas incluidas esperando una respuesta tuya. Sonreíste y me dijiste: Tu misma te das la respuesta, estas más despierta, tu cuerpo está mas consciente.
Me pongo a pensar y nunca entendí hasta hace meses atrás cuando escuchaba a alguien decir que Dios te pone un puente o ángeles en tu camino, ya sea en cosas, objetos, personas, etc.
La verdad es que ahora pienso que eres un enviado de Dios en el momento preciso de angustia en el cual estuve sumergida. Le doy las gracias a Dios y a ti por haber devuelto mi esencia a la vida.
Ahora entiendo cuando me dijiste el camino es largo en adelante, pues sí, tienes razón lo bueno toma su tiempo y lo maravilloso aun más. Aun sigo caminando con algunos baches en el camino pero ya más segura por donde ir y con quien ir sobre todo.
Ahora ese ángel amigo está a kilómetros de distancia, en la ciudad de los tulipanes, Amsterdam su nuevo hogar al lado de su novia. Aun seguimos comunicándonos, aun me sigue encaminando y yo sigo caminando serena, esperando si algún día el destino nos vuelve a reencontrar para poder darle un fuerte abrazo a mi amigo quién llegó en el momento preciso de mi vida. Abello.
Ahora ese ángel amigo está a kilómetros de distancia, en la ciudad de los tulipanes, Amsterdam su nuevo hogar al lado de su novia. Aun seguimos comunicándonos, aun me sigue encaminando y yo sigo caminando serena, esperando si algún día el destino nos vuelve a reencontrar para poder darle un fuerte abrazo a mi amigo quién llegó en el momento preciso de mi vida. Abello.
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