Una de las estaciones del año en las que más disfruto, es el verano. Me encanta la playa, el sol, el agua fresca, la brisa del mar, solearme, broncearme, nadar, en fin...me gusta el verano. Para mi buena fortuna nací en el mes de Enero. No cambiaría mi mes de nacimiento por nada. Nací en una estación precisa y bien celebrada por muchos de nosotros.
Desde muy pequeñita como cada año íbamos a la playa con mis papás a celebrar mi cumpleaños. Era grandioso. Y desde ahí lo volvería tradicional en mi vida.
Una de mis playas favoritas es las Minas, ubicada en la reserva de Paracas, Pisco. Nosotros teníamos un lugarcito especial en aquella playa. Un lugarcito muy lindo cual islote. Casi nadie iba por allí, ya que estaba rodeado de peñas y rocas. Era difícil el acceso pero no imposible. Es por eso que nos gustaba estar allí, sin mucha gente. Y sólo para nosotros.
A pesar de mi corta edad, en tiempo de verano llamaba a mis amiguitas del colegio una que otra y las invitaba a ir a la piscina. Las hacia pasar al club como si fueran mis hermanas, para que no le cobraran. El vigilante nos miraba sorprendidos pero siempre se lo creía. Así que no nos ponía mala cara a tan notable seriedad.
Con el pasar de los años, en mi escaza adolescencia. Nuestros viajes a la playa eran en compañía de amigos cercanos de la familia. Nos íbamos en caravana a la playa. Fueron tres años tradicionales que hacíamos campamento. Dos años en Laguinilla (Pisco) y un año en Totoritas (Chincha). Esos años para mí, fueron grandiosos. Y nuevamente no tengo fotos de aquellos años.
Piscina, me encanta la piscina. Con mis primos nos recorríamos cada piscina. Fueron momentos de alegría y felicidad. Una vez salimos de casa de uno de mis primos, y un niño quería unirse con nosotros. Al ver que nosotros eramos mayores que el. Nos miramos y lo miramos con una sonrisa cómplice. Quedamos en esperarlo para que se cambié. En ese momento tomamos un taxi el niño nos estuvo buscando con la mirada. Y al ver que nos despedíamos de el con la mano ya en el taxi. Denotó sorpresa y tristeza en su mirada. Pobre. Cuantos años han pasado de eso. En ese momento fue gracioso aunque algo malos con él.
Con un poco ya de edad e independencia. Organizaba (y creo que hasta ahora), viajes a la playa con mis amigas y amigos, como cada año. Esta parte se volvió una tradición y más que una tradición una ley. Tengo la costumbre de pasar mi cumpleaños un año en la playa y otro año en casa o de viaje. Eso ya hizo ley y fundamento en mi vida.
Una de mis aventuras locas, es viajar. Viajar sin avisar, viajar de la nada.
Para mi cumpleaños número veinte, la pasé en compañía de mis amigos. Nos fuimos a playa el Silencio, ubicada al sur de Lima. Un día antes, me tendí una bocharrera entre mi mejor amiga y yo en su departamento. Terrible. Borre memoria y recobré el sentido estando en la playa, después de varias horas de insolación y dolor de cabeza. Me gustó a ver estado ahí con las personas más cercanas a mi. Fue memorable ese día.
Como cada año viajaba a Lima y lo hice costumbre. Nos íbamos a la playa con mis amigas. Fue lindo. Ese momento era para hacer una pausa y contemplar la naturaleza pero también para disfrutar de la flor de tu juventud y si hay fotos para recordar de acá a unos años, mucho mejor aun. En nuestros constantes viajes a la playa a Punta Hermosa, San Bartolo, Caballeros, Señoritas, Santa María, Yumake, Wakama, Puerto Viejo, Atenas, en fin... Fueron alucinantes. Cada playa, cada historia diferente.
Otro recuerdo de hace pocos años atrás. Con mi prima y un amigo llegados de un paseo. Fuimos a la playa. Llegamos de noche a Puerto Viejo. Fue lindo. El balneario iluminado. Los niños jugando a la orilla del mar. La gente contenta, otros bailando, otros tomando. Nosotros corriendo a las orillas del mar. Jugando un poco. Tomándonos fotos. Subiéndonos a los juegos que se encontraban en la playa. Tomando un poco de vino, riendo. Me es inolvidable. Fue toda una aventura loca que no pensábamos quedarnos hasta al día siguiente.
Me tardaría mucho en contar más anécdotas de la playa y la piscina. Uno de la piscina era cuando veíamos a un chico lindo, suspirabamos con mis amigas. Nos mirábamos sonrientes. Entrabamos a la piscina para acercarnos y entablar una conversión con este chico lindo, a veces ligaba, a veces nos consumía la vergüenza. Cosas de chicas, cosas de verano.
Lindos recuerdos. Y creo que los veranos para mí, marcan historia, que otras estaciones. Y como cada de nosotros tiene una estación que mas le agrada. Yo me quedo con el verano, mi verano, mi estación de nacimiento, Enero.
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