Qué tan difícil es dejar libre a esa persona. Que difícil es decirle hasta acá nomas, camina tu solo que yo ya tengo un rumbo mejor.
Me ha pasado, como también le ha pasado a mucho de nosotros. Enamorados, novios y esposos. Razones son varios, conclusiones evidentes.
Una relación que empieza mal, termina de mal en peor en peores de los casos, sí. Muchas de las razones son: discusiones absurdas como razonables, amor a distancia o cercanía pero tienen poco tiempo para verse, inseguridad, control de tus pasos, celos, desequilibrios emocionales, el carácter dominante, o carácter débil, la coquetería o simplemente conocí a alguien mucho mejor que tu, etc.
Cualquiera que fuese la razón es más que obvia. Seas tu o sea yo del problema o como venga primero. Quien sea el mas afectado a todo esto es mejor renunciar. Dejar libre. Algo que no es sencillo.
Si en caso fuese uno mismo el del problema hay que llegar al punto del raciocinio para darse cuenta de sus propios actos, poner en una balanza las buenas y las malas. Si sabes que no esta bien o que estas lastimando a la otra persona, es mejor ceder el paso, darse la retirada.
Si fuese todo lo contrario. La otra persona es quien te afecta y te llena de frustraciones. Es mejor que te alejes, déjalo ir. Por que si esa persona no ha llegado al punto de razonar, todo será como siempre. Lo peor de los casos es que promete y promete con el poder del convencimiento.
El llanto y el rol de juegos sentimentales convencen miradas. Pasaron los días se desinflamó y se vuelve a inflamar y todo vuelve hacer lo mismo. Entonces ¿qué?, ¿qué ganaste?...exacto ¡nada!.
Lo que prevalece a estas alturas es la autoestima. El amor propio, tienes que valorarte tanto para que uno mismo razone y se diga: Hasta acá nomas. Por más llanto y palabras convencedoras que haya, con el dolor de tu corazón hay que mirar con desprecio, pero mirarse a si mismo para tener en cuenta que sus sentimientos y su estabilidad emocional está por encima de la suya.
Ya es hora de no seguir arrastrando cadenas ni debilidades y culpabilidades que no te pertenecen. Bota todo. Rompe ese lazo que te une y te sacude de alguna otra manera negativa. Si realmente te amas y lo amas y por el bienestar de ambos, lo dejaras ir. Pero para que llegues a esa conclusión evidente hay que llegar al punto de ser razonable y honesto con uno mismo.
No te consumas más. No llores más, no te aflijas más, no te angusties más. Razona y dejalo ir. Déjalo libre y encontraras tu propia libertad y paz.
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