Paula, es una mujer soñadora y razonable. Sencilla y luchadora. Es madre e hija. Se casó y con los años se divorció. La vida le ha enseñado muchas cosas que con el tiempo ha ido aprendiendo y poniendo en práctica.
No tuvo la familia que deseó tener, pero tiene los hijos que ella quiso tener. La vida no le dio lo que tanto buscaba la verdadera felicidad. Pero es tan generosa que su vejez se verá recompensada. Saber perdonar.
Paula, no tuvo una niñez tan buena. Fue golpeada y violentada física y psicológicamente. Tuvo una vida llena de temores y sufrimientos internos. Ni ella misma lo sabia. Sus lágrimas eran irreparables.
Los maltratos de sus padres no la dejaron ser quien debería de haber sido. -ser ella misma-, restringía sus sentimientos por vergüenza. Por temor a ser rechazada. Por temor a creer en el amor y ser nuevamente lastimada.
Con los años se enamoró. Apostó por el primer amor quien tocó su puerta. Aun así vivía restringida sin ser ella, sin saber lo que es el verdadero amor.
Se casó y al poco tiempo tuvo dos hijos en años distintos. (hombre y mujer). Los dolores de parto eran inconcebibles. Desgarradores. Pero entendió que ser madre implica todo un sacrificio y esfuerzo.
Los niños crecieron. Paula era consciente de lo que le hacia falta, pero a su vez no tenia el ejemplo de sus padres. Habían momentos en que Paula se olvidaba de ser ella misma y era su mamá.
Paula jugaba con los chicos, salían a manejar bicicleta juntos, cantaba en la bañera, les ayudaba hacer las tareas. Por otro lado también los azotaba cuando creía tener razones necesarias. Solo era por desfogue de sus sentimientos confundiendo irresponsabilidades de los hijos.
Al poco tiempo se divorció, el esposo y padre de sus hijos, la abandonó por falta de amor y de ser ella misma. Paula se derrumbó. Sus sentimientos tocaron fondo. Entendió lo que es el amor en sí. El amor de hija, madre y esposa. Lo que no entendió en muchos años de su vida. Lo llegó a entender en un llanto.
Paula al ver que sus hijos recién estaban en la pubertad de sus vidas. Decidió trabajar. No para ella. Sino para sus hijos. Sacarlos adelante. Se olvido de soñar con el amor. Entendió que el verdadero amor está en ser ella misma. Lo sacó a flote.
Consiguió trabajo como ayudante de los que cortan carne en el camal. Era un trabajo para hombres. Pero a ella no le importaba. A ella le interesaba sacar a sus hijos adelante. Con lo poco que le pagaban compraba arroz, menestras, papas y camotes para la semana. Habían caído en la pobreza al igual que su corazón. Entendió que antes que nada la humildad es primero. El corazón se hace más sensato y fuerte.
Hubieron días en que solo se comía lo que había. Camotes y sólo camotes. Al lado de sus hijos aprendieron a orar y dar gracias a Dios por lo que tenían para llevarse a la boca.
Paula, lloraba de noche. Después que sus hijos se acostaran. Por dentro se consumía. Regresaba a ver a sus hijos ya dormidos. Ellos eran la razón necesaria por el cual ella seguía trabajando.Y como cada día, al despertar, se olvidaba de sus llantos y hacía un nuevo día.
Cuando los hijos terminan el colegio. Paula decidió amanecerse en alguna fabrica de espárragos. Le pagaban por hora y al contado. Con lo ahorrado y con la ayuda de sus padres. Obtuvo un dinero.
Abrió su propio negocio. Los hijos ya estaban estudiando en la universidad. Sin embargo no era suficiente. No le alcanzaba el dinero, pero sabía que Dios provee.
Paula por su parte no quería rehacer su vida. Su felicidad estaba en ver a sus hijos progresar. Dejarlos ser lo que ella no pudo ser. Ese era su máximo sueño al igual que su amor.
Los hijos terminaron la universidad, cada uno de ellos son profesionales. Uno es economista y la otra Ingeniera industrial. Sus hijos son lo que son y tienen lo que tienen gracias al impulso feroz de su madre.
Paula tuvo temores de niña pero los rompió cuando sus sentimientos se vinieron abajo. Entendió una vez más que el cariño está en una simple palabra, en un simple gesto y abrazo. Se hizo más cariñosa.
Ahora Paula vive de su trabajo. Vive de la felicidad de sus hijos. Y eso le llena de satisfacción. Porque como madre que es, sacó sus hijos adelante, ella sola. Se dio cuenta que ese es su mayor logro y el verdadero amor que tanto anhelaba.
No tuvo la familia que deseó tener, pero tiene los hijos que ella quiso tener. La vida no le dio lo que tanto buscaba la verdadera felicidad. Pero es tan generosa que su vejez se verá recompensada. Saber perdonar.
Paula, no tuvo una niñez tan buena. Fue golpeada y violentada física y psicológicamente. Tuvo una vida llena de temores y sufrimientos internos. Ni ella misma lo sabia. Sus lágrimas eran irreparables.
Los maltratos de sus padres no la dejaron ser quien debería de haber sido. -ser ella misma-, restringía sus sentimientos por vergüenza. Por temor a ser rechazada. Por temor a creer en el amor y ser nuevamente lastimada.
Con los años se enamoró. Apostó por el primer amor quien tocó su puerta. Aun así vivía restringida sin ser ella, sin saber lo que es el verdadero amor.
Se casó y al poco tiempo tuvo dos hijos en años distintos. (hombre y mujer). Los dolores de parto eran inconcebibles. Desgarradores. Pero entendió que ser madre implica todo un sacrificio y esfuerzo.
Los niños crecieron. Paula era consciente de lo que le hacia falta, pero a su vez no tenia el ejemplo de sus padres. Habían momentos en que Paula se olvidaba de ser ella misma y era su mamá.
Paula jugaba con los chicos, salían a manejar bicicleta juntos, cantaba en la bañera, les ayudaba hacer las tareas. Por otro lado también los azotaba cuando creía tener razones necesarias. Solo era por desfogue de sus sentimientos confundiendo irresponsabilidades de los hijos.
Al poco tiempo se divorció, el esposo y padre de sus hijos, la abandonó por falta de amor y de ser ella misma. Paula se derrumbó. Sus sentimientos tocaron fondo. Entendió lo que es el amor en sí. El amor de hija, madre y esposa. Lo que no entendió en muchos años de su vida. Lo llegó a entender en un llanto.
Paula al ver que sus hijos recién estaban en la pubertad de sus vidas. Decidió trabajar. No para ella. Sino para sus hijos. Sacarlos adelante. Se olvido de soñar con el amor. Entendió que el verdadero amor está en ser ella misma. Lo sacó a flote.
Consiguió trabajo como ayudante de los que cortan carne en el camal. Era un trabajo para hombres. Pero a ella no le importaba. A ella le interesaba sacar a sus hijos adelante. Con lo poco que le pagaban compraba arroz, menestras, papas y camotes para la semana. Habían caído en la pobreza al igual que su corazón. Entendió que antes que nada la humildad es primero. El corazón se hace más sensato y fuerte.
Hubieron días en que solo se comía lo que había. Camotes y sólo camotes. Al lado de sus hijos aprendieron a orar y dar gracias a Dios por lo que tenían para llevarse a la boca.
Paula, lloraba de noche. Después que sus hijos se acostaran. Por dentro se consumía. Regresaba a ver a sus hijos ya dormidos. Ellos eran la razón necesaria por el cual ella seguía trabajando.Y como cada día, al despertar, se olvidaba de sus llantos y hacía un nuevo día.
Cuando los hijos terminan el colegio. Paula decidió amanecerse en alguna fabrica de espárragos. Le pagaban por hora y al contado. Con lo ahorrado y con la ayuda de sus padres. Obtuvo un dinero.
Abrió su propio negocio. Los hijos ya estaban estudiando en la universidad. Sin embargo no era suficiente. No le alcanzaba el dinero, pero sabía que Dios provee.
Paula por su parte no quería rehacer su vida. Su felicidad estaba en ver a sus hijos progresar. Dejarlos ser lo que ella no pudo ser. Ese era su máximo sueño al igual que su amor.
Los hijos terminaron la universidad, cada uno de ellos son profesionales. Uno es economista y la otra Ingeniera industrial. Sus hijos son lo que son y tienen lo que tienen gracias al impulso feroz de su madre.
Paula tuvo temores de niña pero los rompió cuando sus sentimientos se vinieron abajo. Entendió una vez más que el cariño está en una simple palabra, en un simple gesto y abrazo. Se hizo más cariñosa.
Ahora Paula vive de su trabajo. Vive de la felicidad de sus hijos. Y eso le llena de satisfacción. Porque como madre que es, sacó sus hijos adelante, ella sola. Se dio cuenta que ese es su mayor logro y el verdadero amor que tanto anhelaba.
Comentarios
Publicar un comentario