Caminas
tranquilamente por la calle, estas paseando sin ningún problema, notaste que
allí al frente hay una heladería, así que decides comer un helado, sobre todo
de chocolate con fresa que son tus favoritos. Llegas, formas tu cola siguiendo
las reglas, de pronto llega alguien, un extraño ante tus ojos, y con
mucha mezquindad te dice: disculpa, yo estuve aquí. Obviamente tu no lo has visto,
recién acabas de hacer tu cola y con muchísima confianza te reitera nuevamente
diciendote: Yo estoy acá, salí afuera a tomar aire. Y para no arruinar tu día
le cedes tu puesto con mucho desgano, no sabes si estas segura si lo que dijo
es cierto, pero al menos tiene lógica. Decides dar una vuelta con tu helado en
mano, ves los carros transitar, y uno de ellos se ha sobreparado, a encendido sus luces de intermitencia, en esos
precisos momentos pasa otro auto, y desesperadamente empieza a tocar claxon,
quiere que el auto que se ha estacionado momentáneamente emprenda la marcha.
Sigue tocando el claxon desquiciadamente y hasta unas cuantas madres lanza
aire, como si la madre tuviera mucho que ver. Mientras que tu ves ese
espectáculo te dices: Pues hombre, si está estacionado con luces de
intermitencia, dale tiempo, no obstruye el paso, puedes tomar el carril del
lado. Mientras que sigues caminando, el espectáculo ya se está terminando, el
carro de la intermitencia emprendió la marcha y complació al compañero de
atrás.
Terminaste
tu helado y te cansaste de caminar, es la hora de regresar a casa, pues bueno
decides ir en transporte público, subes te sientas digamos que es un asiento
sin preferencias, cuando te das cuenta alrededor la mayoría son personas de la
tercera edad. Para tu suerte, sube una mujer mayor sin problemas, ves que al
frente tuyo hay un hombre joven quien le puede prestar su asiento, pero esta
mujer decide encararte directamente diciendo: No ves que estoy mal, párate. En
eso tu reacción se vuelve prudente e imprudente a la vez, le diriges la mirada
al cobrador: oiga, este asiento no es preferencial. El cobrador te mira con
ganas de hacerte a un lado y te replica: Por favor, parase. En ese momento
sientes que nadie te apoya, nadie te da la razón, y tienes para haber dicho:
oiga mujer y cobrador, porque no le dices a este hombre que está al frente mío
que se levante si es joven, pero te las aguantas. No entiendes exactamente
porque la mujer se increpa contigo, se supone que las mujeres se tienen que dar
la mano, pero es como si dejara caer granadas a las de su sexo. Entonces armas
una conclusión: De seguro que esta mujer debe ser machista. Estas parada,
agarrándote con ambas manos para no caerte con las esquivadas maniobras del
chofer. Conforme va marchando el bus,
hay alguien de atrás quien decide bajar en la próxima esquina que viene, el
cobrador de buena manera le dice: En esta esquina no podemos estacionarnos, le
dejo a unos tres metros de distancia. La
persona quien decide bajar se pone de color verde y afirma que siempre le han
dejado en esa esquina y tiene mucho apuro. En ese momento ves a través de la
ventana y te dices: pues se ve cerca puede caminar son solo tres metros,
digamos que no se está hablando de una cuadra entera para caminar. La persona
se enoja mucho y comienza a insultar al chofer y cobrador diciendo: son unos
buenos para nada, no sirven, la sociedad está de mal en peor, par de ladrones,
y me quieren cobrar de más. El cobrador le habla bonito y nuevamente le dice
que ya puede bajarse, obstinada la persona quiere que le dejen en la esquina y
no a metros de ella. Finalmente la persona no consigue su objetivo,
efectivamente en la esquina donde quería bajarse había un mensaje de no parar.
Llegas a
casa y antes de entrar suena tu celular, contestas y es la llamada de alguna
agencia de tarjetas de crédito, llama a ofrecerte muchas promociones. Insistes
que por ahora estas bien, al parecer al otro lado del celular, no entiende tus
mensajes, y vuelve a insistir que deberías de tener una de esas promociones.
Bueno pues ya fue suficiente por hoy, te cansaste de ver, de escuchar y hablar.
Simplemente cuelgas el celular adrede y lo apagas. Llegas a tu espacio y sólo
quieres darte un buen baño. Enciendes el televisor y ves en las noticias una
mujer lastimando a un pasajero por no cederle el asiento, entrecejas la mirada y
te dices: por hoy la vida me enseñó a conocer a gente, mucha gente con complejo
de superioridad, nada más y nada menos que gente engreída. Cierras la puerta
del baño y atrás quedó todo.
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