Los tiempos han cambiado, no sé si para bien o para entorpecernos comunicativamente y afectivamente, o tal vez sea nos hayamos olvidado de ciertas cosas de las cuales éramos participes. Mi ultima hipótesis es que el entorno nos haya cautivado tanto que sin querer nos adaptamos a ello.
Cualquiera de la razones, realmente ya nada es como antes.
En 1989, siendo tan pequeña jugaba e inventaba juegos con mis cubos de playgo y lego. Como todas las tardes me inventaba y recreaba escenarios, como la escuelita, la casa en familia, el viajar en ómnibus, en avión, un sin fin de cosas que se me ocurrían de momento y me gustaba mis juegos de diario. Fuera de mis juegos con los cubos, también se me ocurrían, ser cajera de algún banco, profesora de mis invisibles alumnos, a la cocinita, a la bodeguita y dar cambio con monedas antiguas que conseguí de algún rincón de la casa, por supuesto todo esto lo hacia sola, ya que soy hija única y en casa no tenía a alguien de mi edad con quien poder jugar. Fuera de casa, tenía a un batallón esperándome entre ellos mis primos y amigos del barrio todos de mi misma edad y contemporáneos, qué tales juegos; las escondidas, las chapadas, limbo, san miguel, carreras en bicicletas, carreras en patines, y un sin fin de juegos super entretenidos, nunca nos cansábamos, para nosotros era nuestra diversión y pasatiempo.
En algún momento de mi infancia se me pasó por mi cabeza: ¿Por qué los adultos ya no juegan, si ellos también fueron niños?, a mi corta edad no encontraba la respuesta tan exacta, hasta llegar a la adultez y darme cuenta que enserio las cosas han cambiado, ya no son las mismas de antes.
Bueno pues, estuvo de moda por los 90tas, nintendo, y como nadie de nosotros tenía o mejor dicho muy pocos lo tenían, la pequeña y valiosa adquisición tal vez a los adultos no les interesaba esas series de cosas tontas, pero para mi y mis primos era lo máximo. Como todas las tardes jugábamos o planeábamos jugar, porque en ese entonces todo era tranquilo, las calles silenciosas, y nos daban permiso como para jugar en la calle, de cuadra a cuadra o tal vez darnos la vuelta a la manzana o ir al parque de juegos que estaba a unas ocho cuadras de la casa, de ahí no pasábamos. Hasta que se nos iluminó el bendito juego nintendo, con nuestro peculiar juego de super mario bros, street fighter, boomeran y entre otros.
Nos escapábamos diciendo que iríamos a jugar, en realidad nos íbamos a alguna casa donde alquilaban estos nintendos, ahí parabamos una media u hora completa. Era suficiente y eramos felices. Creo que desde ahí nos fueron inyectando poco a poco el gusano qué hasta el dia de hoy se ha apoderado de nosotros.
Antes, durante mi infancia, toda la familia desayunábamos, almorzábamos y cenábamos juntos, el hecho de conversar, reir y contarse los nuevos sucesos que nos pasaban durante el dia. Era divertido, nos hacia sentir como en familia pero más que eso había un fuerte conexión y conversación visual y presencial. Tal vez sea eso lo que más extrañe por estos tiempos, que ya nada es como antes.
En una típica mesa familiar eran ocho, seis, cuatro, de pronto se redució a tres, a dos y finalmente a uno. Y digo a uno porque ya queda uno (mismo), porque te vas a trabajar a otro lugar, vivir a otra ciudad, a otro país, porque quieres iniciar tu vida a solas, en fin. El cambio es otro.
En mi adolescencia, no había mucho que ver, digamos que nuestra diversión en ese entonces, era ir a visitar a la casa de la otra amiga, salir a caminar, ir algún snack a conversar, o caminar por todas las calles habidas y por haber, era super divertido, encontrarse en la esquina de aquella avenida tan peculiar al resto de tus amigos, era comprar gaseosa y lo mas avesados compraban sus latitas de cerveza, (todo muy tranquilo). Fueron buenos tiempos, donde nadie podía postear o enterarse donde era su ubicación o mostrar a todo el mundo tus fotos etiquetadas lo que estuviste haciendo al día anterior o ese mismo día.
Entonces vuelvo a repetir, que nos hemos olvidado de muchas cosas, principalmente de jugar con los hijos, o los sobrinos o los pequeños primos, nos hemos olvidado de tener magia en nuestra conversación, de cultivar la comunicación entre amigos, en pareja, en la famila, nos hemos olvidado de comer sentados en una mesa, nos hemos olvidado de ir a visitar a los amigos y solo verlos a través de fotos o chat.
Enserio, ahora estamos perdidos en el espacio, y digo espacio porque paramos navegando y viajando a miles de países, en miles de kilómetros, hasta llegar al satélite del cual dispara su transmisor para finalmente estar donde estamos. Sentados a través de nuestra laptop, celular o tablet, ya nada es como antes.
Sentada estoy aquí escribiendo, viendo todas las notificaciones que me hacen llegar a mi bandeja de entrada, entro al Facebook a ver qué ondas, y veo algunas fotos de algunos conocidos de la red, uno está almorzando al frente de su computador, la otra escribe su conversación y hasta las emociones de momento en su estado. Mientras tanto pienso que mañana iré a visitar a mi abuela, pretendo llevar una torta de chocolate con muss de fresa, sentarnos en las sillas de madera algo desgastadas, conversando de esto y de aquello, memorias pasadas, que siempre me hace recordar cada vez que voy a verla, almorzar juntas como siempre, en el campo y al aire libre sin red, ni objetos aparatosos.
Cualquiera de la razones, realmente ya nada es como antes.
En 1989, siendo tan pequeña jugaba e inventaba juegos con mis cubos de playgo y lego. Como todas las tardes me inventaba y recreaba escenarios, como la escuelita, la casa en familia, el viajar en ómnibus, en avión, un sin fin de cosas que se me ocurrían de momento y me gustaba mis juegos de diario. Fuera de mis juegos con los cubos, también se me ocurrían, ser cajera de algún banco, profesora de mis invisibles alumnos, a la cocinita, a la bodeguita y dar cambio con monedas antiguas que conseguí de algún rincón de la casa, por supuesto todo esto lo hacia sola, ya que soy hija única y en casa no tenía a alguien de mi edad con quien poder jugar. Fuera de casa, tenía a un batallón esperándome entre ellos mis primos y amigos del barrio todos de mi misma edad y contemporáneos, qué tales juegos; las escondidas, las chapadas, limbo, san miguel, carreras en bicicletas, carreras en patines, y un sin fin de juegos super entretenidos, nunca nos cansábamos, para nosotros era nuestra diversión y pasatiempo.
En algún momento de mi infancia se me pasó por mi cabeza: ¿Por qué los adultos ya no juegan, si ellos también fueron niños?, a mi corta edad no encontraba la respuesta tan exacta, hasta llegar a la adultez y darme cuenta que enserio las cosas han cambiado, ya no son las mismas de antes.
Bueno pues, estuvo de moda por los 90tas, nintendo, y como nadie de nosotros tenía o mejor dicho muy pocos lo tenían, la pequeña y valiosa adquisición tal vez a los adultos no les interesaba esas series de cosas tontas, pero para mi y mis primos era lo máximo. Como todas las tardes jugábamos o planeábamos jugar, porque en ese entonces todo era tranquilo, las calles silenciosas, y nos daban permiso como para jugar en la calle, de cuadra a cuadra o tal vez darnos la vuelta a la manzana o ir al parque de juegos que estaba a unas ocho cuadras de la casa, de ahí no pasábamos. Hasta que se nos iluminó el bendito juego nintendo, con nuestro peculiar juego de super mario bros, street fighter, boomeran y entre otros.
Nos escapábamos diciendo que iríamos a jugar, en realidad nos íbamos a alguna casa donde alquilaban estos nintendos, ahí parabamos una media u hora completa. Era suficiente y eramos felices. Creo que desde ahí nos fueron inyectando poco a poco el gusano qué hasta el dia de hoy se ha apoderado de nosotros.
Antes, durante mi infancia, toda la familia desayunábamos, almorzábamos y cenábamos juntos, el hecho de conversar, reir y contarse los nuevos sucesos que nos pasaban durante el dia. Era divertido, nos hacia sentir como en familia pero más que eso había un fuerte conexión y conversación visual y presencial. Tal vez sea eso lo que más extrañe por estos tiempos, que ya nada es como antes.
En una típica mesa familiar eran ocho, seis, cuatro, de pronto se redució a tres, a dos y finalmente a uno. Y digo a uno porque ya queda uno (mismo), porque te vas a trabajar a otro lugar, vivir a otra ciudad, a otro país, porque quieres iniciar tu vida a solas, en fin. El cambio es otro.
En mi adolescencia, no había mucho que ver, digamos que nuestra diversión en ese entonces, era ir a visitar a la casa de la otra amiga, salir a caminar, ir algún snack a conversar, o caminar por todas las calles habidas y por haber, era super divertido, encontrarse en la esquina de aquella avenida tan peculiar al resto de tus amigos, era comprar gaseosa y lo mas avesados compraban sus latitas de cerveza, (todo muy tranquilo). Fueron buenos tiempos, donde nadie podía postear o enterarse donde era su ubicación o mostrar a todo el mundo tus fotos etiquetadas lo que estuviste haciendo al día anterior o ese mismo día.
Entonces vuelvo a repetir, que nos hemos olvidado de muchas cosas, principalmente de jugar con los hijos, o los sobrinos o los pequeños primos, nos hemos olvidado de tener magia en nuestra conversación, de cultivar la comunicación entre amigos, en pareja, en la famila, nos hemos olvidado de comer sentados en una mesa, nos hemos olvidado de ir a visitar a los amigos y solo verlos a través de fotos o chat.
Enserio, ahora estamos perdidos en el espacio, y digo espacio porque paramos navegando y viajando a miles de países, en miles de kilómetros, hasta llegar al satélite del cual dispara su transmisor para finalmente estar donde estamos. Sentados a través de nuestra laptop, celular o tablet, ya nada es como antes.
Sentada estoy aquí escribiendo, viendo todas las notificaciones que me hacen llegar a mi bandeja de entrada, entro al Facebook a ver qué ondas, y veo algunas fotos de algunos conocidos de la red, uno está almorzando al frente de su computador, la otra escribe su conversación y hasta las emociones de momento en su estado. Mientras tanto pienso que mañana iré a visitar a mi abuela, pretendo llevar una torta de chocolate con muss de fresa, sentarnos en las sillas de madera algo desgastadas, conversando de esto y de aquello, memorias pasadas, que siempre me hace recordar cada vez que voy a verla, almorzar juntas como siempre, en el campo y al aire libre sin red, ni objetos aparatosos.
Es cierto que nuestras vidas han cambiado con el pasar del tiempo la introducción de la tecnología en nuestras vidas de cierta forma nos hace más fácil e independientes pero a su vez nos hace dependientes de ella como dice la ley de la alquimia no puedes obtener algo sin perder algo del mismo valor
ResponderEliminarAsi es Neko, la tecnología de algún modo nos ha generado eficiencias y demanda de menos tiempo, pero también ha venido con una consecuencia social. Un fuerte abrazo.
EliminarPolette Navea: increíble como todo cambió! ...
ResponderEliminarAsi es Polette, todo ha cambiado increíblemente!...
EliminarNada mejor que tomar un café y platicar face to face, esa es la mejor red social.- Christian Jáuregui.
ResponderEliminarTu lo has dicho nada mejor que cara a cara :) Un abrazo
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