Inalcanzable esa es la
definición precisa del amor platónico, pero no me quiero extender en raíces
griegas, ni las razones exactas de donde proviene la palabra platónico. Solo
quiero narrarles, lo que hoy en día, nosotras, las mujeres, tenemos el chip del
olfato de conquista y seducción, cuando estas se activan dan inicio al
enamoramiento y cuando no es correspondido de la forma que uno anhela se llama:
Amor platónico. Sé que a muchas les ha pasado y en el fondo lo recuerdan con
nostalgia y cariño. A veces sueles decir: “Tal vez hubiese funcionado si…”.
Me encontraba en clase de computación, allí lo conocí, se
llamaba Carlos -y no recuerdo su apellido-, él, en ese entonces tenía once
años, no sé si ya los había cumplido o estaría por cumplir los doce, lo cierto
que en ese entonces yo tenía doce años y recién cumplidos y pasaría a primero
de secundaria.
Carlos realmente me encantaba, físicamente era larguirucho,
cabello castaño, ojos claros, de piel blanca y su carácter era sutil muy
educado, tranquilo. Por esa misma razón de que él y yo fuéramos tranquilos tal
vez me llevó un una loca ilusión u obsesión.
Saliendo de clases nos despedíamos con un giro de manos a
metros de distancia, porque él se iba a sus clases de natación, siempre lo recogía
su papá, -quien daba una apariencia de ser un buen hombre-. Sabía perfectamente
donde él iba a practicar porque lo menciono durante las clases, quería ir a
verlo, pero no sabía con qué motivo o razón ir.
Habían días que ensayaba viéndome al espejo, si en todo caso
yo podría declararme mi amor por él, pero no sabía cómo, me daba vergüenza a
veces solía pensar que eso le pertenecía a un hombre, por lo tanto el tenía que
dar el primer paso, pero no sabía cómo. Me mataba pensar que si el en todo caso
tuviera once y estuviera en sexto año de primaria y yo en primer año de secundaria era
como, un descalificativo para una adolescente. Y en mis ratos serenos echaba
todo al tacho, me miraba al espejo y empezaba mi breve y temeroso discurso.
Creo que si mi intuición no me falla, hubieron ciertas
miradas inocentes, donde uno a través del otro podía darse cuenta que había un
ligero gusto.
Da la casualidad que estando en el carro, lo vi parado
regando su jardín. Mi cerebro saltó de un brinco y me dije: “su casa”, ni bien
él levantó la mirada, me vio, nos vimos, y como solía despedirse de mí, flameó
su mano a lo lejos, y con mis inquietantes ojos le respondí de la misma manera
y más.
Ya sabía dónde vivía, sabía donde estudiaba, sabía dónde iba
a nadar y estudiaba conmigo hasta que se acabara las vacaciones. Tengo que
actuar rápido me decía. Y como toda una prematura a mi edad, trataba de estar bonita,
yendo con vestido, sandalias, otras veces en short o faldas, en fin, el cabello
suelto, con dos colas, media cola, en realidad ya no sabía qué hacer para
llamar su atención. Tampoco ambos nos atrevimos en conversar, porque él era tímido
al igual que yo.
El entrenaba natación, y yo también en el mismo lugar que
yo, por supuesto que yo iba las veces que quería. Así que decidí ir al horario de él. Allí
estaba el, lo vi, nadando después de las clases de computación. Al salir de la
piscina su papa lo acompañaba al lado de sus hermanos, le pasó una toalla para
que se secara, mientras que yo a unos metros de distancia quieta. Sin poder
meterme porque él era de un grupo privado, y yo era alumna libre. De pronto
volteo la mirada y se dio cuenta que ahí estaba yo, me saludo estaba vez con un
hola pausado, por mi mente pasaron muchas cosas, tal vez que lo estaba
vigilando o que tal vez estaría cansado o ya no le gustaba, por qué tan cortante
su hola, no me lo podía explicar.
Mientras que yo frente al espejo seguía practicando, como
decirle me gustas y salir corriendo cual niña avergonzada de sus actos.
Terminó el verano, acabaron las clases de computación,
acabaron las clases de natación y consigo se fue el hola y el flameo de su
mano en un adiós.
Después de muchos años lo vi de lejos, estaba abrazado de su
enamorada, físicamente seguía siendo larguirucho y había crecido lo suficiente,
aunque algunas facciones de su rostro habían cambiado, ya no era el mismo, ya
no me gustaba. Entonces me dije: Tal vez hubiera funcionado sí, yo hubiera
tenido agallas en haberme declarado. Aunque la realidad es otra, y ahora no es más
que un viejo recuerdo y un nostálgico amor platónico con doce años de edad.
Hola, seguro ni me recuerdas, bueno eso es lo menos importante, he leido tu blog y no sabia de tu talento, felicidades y continua haciendo lo que te gusta - Anthony Burgos
ResponderEliminarClaro que si te recuerdo!!!...gracias amigo mio por confiar en mi. Un gran abrazo y bendiciones.
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