Han pasado catorce años aproximadamente que no nos veíamos, y me parece mentira volverte a ver, estar nuevamente juntas como cuando era niña, y me veías sentada en aquel sofá, observando de todo a travesando una sonrisa tuya por mis ojos. Tengo la viva imagen al igual que tú, qué los años no pasan en vano. No sabes lo mucho que te pensé y te extrañé, y aunque te parezca increíble, imaginaba despierta tan reencuentro, sabía que en algún momento te encontraría, te abrazaría y te diría muchas cosas de mi nostalgia hacia ti. Hasta que finalmente se hizo realidad, ese día llegó y nuestras miradas una vez más se entrelazaron para decirse lo mucho que pasamos por alto mutuamente, y el cariño que aun persiste.
Sin querer te vi en una foto familiar y pregunté por ti y no me dieron respuesta, los meses pasaron y apareciste etiquetada en una foto de esas viajeras e inmediatamente decidí agregarte, esperando que te acordaras de mi como yo de ti, desde el fondo de mi corazón nunca te olvide.
Por tu parte, dudosa, sin reconocerme, pensando quien sería esa extraña persona de nombre raro, aunque el apellido me resulta familiar dijiste. Haciendo memoria, te diste cuenta de quien era yo. Probaste suerte y me aceptaste. Mientras que ninguna de las dos decidía conversar por la ventanita privada, sólo comentar brevemente una que otra foto. Por mi parte, tenía miedo de decirte: "tía, hola, te acuerdas de mi, porque yo si de ti y mucho". Pasaron semanas, y fuiste tú, quien tiró la primera piedra. Y así, conversamos fluidamente. Acordamos para vernos, yo accedí. Entusiasmada que por fin de muchísimos años te volvería a ver. La sonrisa esplendida que aun llevas en el rostro, me alegra el recuerdo, me pone estable y niña otra vez. Porque así me dejaste, aun siendo una niña y así te recuerdo tan joven y tan bella por dentro y por fuera.
Llegué al café y no te vi, decidí tomar asiento al frente de aquel ventanal, baje la mirada manteniendo firme mi respiración, en eso soltaste una palabra de bienvenida, me levanté y nos dimos un abrazo. Esa noche procuramos saber muchas cosas una de la otra. No sabes cuanta falta me hiciste, pero también se que tienes dos hijos, a quienes no los veo hace mucho y así como tú, ellos también representan un buen símbolo de familia en mi corazón y mi mente.
A las semanas siguientes, decidimos ir a cenar juntas, quedamos en encontrarnos en ese restaurante árabe con mesas puestas en la acera de la calle. Tan firme y decida, me recomendaste tales platos a probar. Esa noche procuramos comer todo y de todo, fue una noche maravillosa, una vez más tuve esa extraña sensación de no querer desprenderme de ti.
Y ahora te mantengo tan cerca de mí, y con todo lo que me has contado de tu vida, me imagino que tu remota desaparición ha sido porque tus hijos crecieron, porque luchaste para tener una vida mejor, con mejores aspiraciones, y te miro bien a los ojos, y me sorprendes, tu ausencia es bien justificada, has hecho una vez más que aun tenga más admiración de ti.
Sabes, el momento que te recuerdo mejor, es caminando en el campo, te gustaba ir la acequia y una vez dijiste en viva voz, que te traía muy buenos recuerdos este lugar. Te miré y no sabía por qué. Sólo te gustaba estar allí. Mis pupilas encajan y fue el momento más lindo que aun recuerdo.
Sin querer te vi en una foto familiar y pregunté por ti y no me dieron respuesta, los meses pasaron y apareciste etiquetada en una foto de esas viajeras e inmediatamente decidí agregarte, esperando que te acordaras de mi como yo de ti, desde el fondo de mi corazón nunca te olvide.
Por tu parte, dudosa, sin reconocerme, pensando quien sería esa extraña persona de nombre raro, aunque el apellido me resulta familiar dijiste. Haciendo memoria, te diste cuenta de quien era yo. Probaste suerte y me aceptaste. Mientras que ninguna de las dos decidía conversar por la ventanita privada, sólo comentar brevemente una que otra foto. Por mi parte, tenía miedo de decirte: "tía, hola, te acuerdas de mi, porque yo si de ti y mucho". Pasaron semanas, y fuiste tú, quien tiró la primera piedra. Y así, conversamos fluidamente. Acordamos para vernos, yo accedí. Entusiasmada que por fin de muchísimos años te volvería a ver. La sonrisa esplendida que aun llevas en el rostro, me alegra el recuerdo, me pone estable y niña otra vez. Porque así me dejaste, aun siendo una niña y así te recuerdo tan joven y tan bella por dentro y por fuera.
Llegué al café y no te vi, decidí tomar asiento al frente de aquel ventanal, baje la mirada manteniendo firme mi respiración, en eso soltaste una palabra de bienvenida, me levanté y nos dimos un abrazo. Esa noche procuramos saber muchas cosas una de la otra. No sabes cuanta falta me hiciste, pero también se que tienes dos hijos, a quienes no los veo hace mucho y así como tú, ellos también representan un buen símbolo de familia en mi corazón y mi mente.
A las semanas siguientes, decidimos ir a cenar juntas, quedamos en encontrarnos en ese restaurante árabe con mesas puestas en la acera de la calle. Tan firme y decida, me recomendaste tales platos a probar. Esa noche procuramos comer todo y de todo, fue una noche maravillosa, una vez más tuve esa extraña sensación de no querer desprenderme de ti.
Y ahora te mantengo tan cerca de mí, y con todo lo que me has contado de tu vida, me imagino que tu remota desaparición ha sido porque tus hijos crecieron, porque luchaste para tener una vida mejor, con mejores aspiraciones, y te miro bien a los ojos, y me sorprendes, tu ausencia es bien justificada, has hecho una vez más que aun tenga más admiración de ti.
Sabes, el momento que te recuerdo mejor, es caminando en el campo, te gustaba ir la acequia y una vez dijiste en viva voz, que te traía muy buenos recuerdos este lugar. Te miré y no sabía por qué. Sólo te gustaba estar allí. Mis pupilas encajan y fue el momento más lindo que aun recuerdo.
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