Y nuevamente me sumerjo al fondo del mar, tengo mucho miedo y no sé si pueda hacerlo. Le temo a las oscuras profundidades, le temo a los desafíos, tengo mucho miedo ahogarme de buenas a primeras, no sé como zambullirme con la primera vez que lo hice, tengo un trauma y aun no lo supero y por más que trato y trato me es difícil reiniciar otra vez . En esta nueva aventura nadie me acompaña, voy sola. Hace tiempo me escapé de un lejano puerto para emprender viaje, he conocido muchos puertos de los cuales me han traído sabiduría, pero ahora los años no pasan en vano y todo me resulta tan distinto. Mi velero marcha a la deriva y ya no es un puerto el que busco como aquel entonces, ahora busco hallar el tesoro que yace en las profundidades de este extraño mar.
Mi velero sigue al vaivén de las olas, mientras que yo sigo sentada en el, pensando si intentarlo nuevamente, no quiero perder velero ni curso, pero la verdad es que ya no tengo nada que perder, a estas alturas, en este lejano mar, muy lejos de todo y de todos, ya no tengo nada que perder. Por ahí vuela un ave y me recuerda a la libertad que escogió para vivir sencillamente en paz.
En las profundidades me he de lanzar otra vez, busco algo valioso y no te puedo decir por el momento, tal vez porque no quiero delatarte mis verdaderas intenciones o sencillamente porque ni yo misma sé que es lo que deseo buscar.
Con la última mirada puesta al sol, me persigno y con la bendición de Dios, me sumerjo, sigo nadando y descubriendo nuevas inquietudes, mis miedos siguen perennes, pero mi fe no se pierde y por más miedo que aun sigo recopilando, mantengo la calma, la naturaleza acaricia mi piel, poco a poco estoy descendiendo a lo desconocido y cuanto más se erice mis miedos, más control voy teniendo de mi misma.
Allí, al fondo del mar, a oscuras tientas, veo algo que me trae curiosidad, desciendo un poco más, y cuando creo estar a punto de alcanzarlo, despierto.
Oigo el trino de las aves, sigo en tierra firme, me duelen los pies de tanto caminar, decido ir al muelle, observo el mar con sus escarchas brillantes por el sol, tengo una vieja corazonada, y como si el sueño y el destino fueran cómplices, una tibia brisa besa mi cara, y a pesar de las profundidades del mar, he tomado la decisión de hundirme y dejarme atrapar por las curiosidades de lo desconocido. Hoy desperté y descifré que mi búsqueda del tesoro, es personal y es donde los miedo más aparecen, es ahí donde debo de ir.
Mi velero sigue al vaivén de las olas, mientras que yo sigo sentada en el, pensando si intentarlo nuevamente, no quiero perder velero ni curso, pero la verdad es que ya no tengo nada que perder, a estas alturas, en este lejano mar, muy lejos de todo y de todos, ya no tengo nada que perder. Por ahí vuela un ave y me recuerda a la libertad que escogió para vivir sencillamente en paz.
En las profundidades me he de lanzar otra vez, busco algo valioso y no te puedo decir por el momento, tal vez porque no quiero delatarte mis verdaderas intenciones o sencillamente porque ni yo misma sé que es lo que deseo buscar.
Con la última mirada puesta al sol, me persigno y con la bendición de Dios, me sumerjo, sigo nadando y descubriendo nuevas inquietudes, mis miedos siguen perennes, pero mi fe no se pierde y por más miedo que aun sigo recopilando, mantengo la calma, la naturaleza acaricia mi piel, poco a poco estoy descendiendo a lo desconocido y cuanto más se erice mis miedos, más control voy teniendo de mi misma.
Allí, al fondo del mar, a oscuras tientas, veo algo que me trae curiosidad, desciendo un poco más, y cuando creo estar a punto de alcanzarlo, despierto.
Oigo el trino de las aves, sigo en tierra firme, me duelen los pies de tanto caminar, decido ir al muelle, observo el mar con sus escarchas brillantes por el sol, tengo una vieja corazonada, y como si el sueño y el destino fueran cómplices, una tibia brisa besa mi cara, y a pesar de las profundidades del mar, he tomado la decisión de hundirme y dejarme atrapar por las curiosidades de lo desconocido. Hoy desperté y descifré que mi búsqueda del tesoro, es personal y es donde los miedo más aparecen, es ahí donde debo de ir.
Lo he leído 4 veces.........eres una MAESTRA.....!!!!!
ResponderEliminarGracias Ysmael!
EliminarDe aquella que a pesar del miedo enfrenta el desafío - Miguel Angel-
ResponderEliminarMe ocurre lo mismo, debe ser la edad!!!!!... Christ.
ResponderEliminarYo creo que si!! :)
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