El día de ayer la vi histérica, andaba con paulatinos dolores de cabeza, comentó las compras que realizó y lo utilizaría como regalo, por supuesto ella se lo decía a su hermano, mientras yo me mantuve distante jugando con mis sobrinas. La conversación se extendió a los reproches y criticas diversas, ella replicó, y hasta dio palmadas en la mesa, estaba harta, angustiada y neurótica, lanzaba palabras fatales, su hermano insistió y amplió a fondo la conversación, del presente al pasado. soltó deudas y prestamos sin nada a cambio, tal vez esperaba ser reconocido, sin embargo, por parte de ella, solo había disputas, furia y desolación. La mamá entró por la puerta principal, recién llegaba del trabajo, se sentó al lado de ellos, en la mesa, Se unió a la conversación y en menos de cinco minutos también soltó algunas bombardas de enfado en contra de su hija, o mejor dicho de sus asperas acciones. Hubo en el ambiente una mezcla de voces quebradas, como si en el fondo, muy en el fondo los trapos sacados fueron directos a parar en la lavandería, pero ante mi presencia. Ese acto no significó que pudieron arreglar sus problemas, sino que empeoraron la relación.
Hace cinco años atrás, podía verla a ella, contenta, disfrutando de su vida, lo que tanto ama, su libertad libertina, podía ver abrazar a su hermano, quererlo, sacarlo a rastras para que también pudiera ser una pieza y clave de sus salidas, y también participamos los tres, yéndonos en verano a la piscina o a la playa, sin planificar salida o viaje alguno. Y veía que ambos salían para arriba y para abajo, se apoyaban en buscar trabajo o postular juntos, se ayudaban mutuamente, de pronto se fue desvaneciendo ese nostálgico pensamiento, y me vi demás escuchando palabras que no debería haber escuchado, sentí pena por ellos y sobre todo noté que la tristeza que habían sus almas, rencor y soledad.
Ella, se echó a su cama, descansó un poco, vino su novio por ella, salió sin antes promulgar su malestar, enojo y odio contra su mamá y hermano. Abrió la puerta y se fue.
Haciendo un recuerdo retrospectivo, yo veía que su mamá los veía, los quería, los cuidaba de alguna forma, vio a sus hijos, sin embargo, el trabajo apremió y ella tuvo que dejar sus hijos de forma separada por aquí y por allá, porque nadie quería aceptar a dos muchachos. Cuando ambos llegaron a la adolescencia, Ella, siempre iba a visitarlo y lo quería, yo veía como ella abrazaba a su hermano y lo trataba con mucho amor y como toda hermana, a veces lo molestaba.
En el presente ya no es como antes, ni como hace cinco años atrás, ella cambió mucho, el carácter se le ha cruzado totalmente, solo proclama su libertad libertina, y dejar a sus niñas por aquí y por allá como también lo hizo su madre. La mamá le pide conciencia por sus hijas, y su hermano le pide ayuda económica para sus estudios, yo sólo pido que los tres vayan a terapia y de pasada yo también por haber escuchado lo que no debería haber escuchado.
Entonces el árbol familiar, de ramas tiernas por las nuevas generaciones, fueron quebradas de un hachazo y me pregunto por qué, y pensar que estaríamos más unidos que nunca, sólo noto una brecha distancia.
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