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MIZUKI, MI BELLO AMOR


Me enamoré de Misuki, rotundamente, nuestro amor fue y será leyenda, de esas que no se ahogan ni
se consumen en el fondo del mar. Nuestro amor fue una mezcla de romance, refugio y armonía, erotismo, emociones y paz. Ella lo sabe perfectamente, ambos lo sabemos. Nos amábamos, como nadie tiene, ni tendrán la remota idea, de cuanto la amé. Por ella, un suspiro que ahora permanece congelado en el aire. 
Nos conocimos en el trabajo, era mi primer trabajo, formaba parte en el área de logística, mientras que ella trabajaba en el área comercial de la compañía. Yo un simple practicante profesional, ella gerente de ventas, me llevaba diez años mayor que yo, aunque la verdad no se le notaba, parecía dos años menor que yo. sinceramente no se le notaba la edad. 
Nuestra primera vez en conocernos fue en la hora del almuerzo, recuerdo que ella llevaba puesto un atuendo muy bonito y elegante color negro, le resaltaba muy bien al color de su piel, delgadísima ella, y delicada, creo que eso me atrajo, la finura que llevaba puesta, sin pensarlo dos veces, me acerqué hacia la mesa donde estaba sentada ella, para hacerle compañía, o tal vez para aparentar que no me encontraba tan solo. Por supuesto, ella accedió, y así es como surgió nuestra remota amistad. A los pocos días un compañero de trabajo, nota mi apuro, del cual hace mofa: Ya vas a salir detrás de la gerentita. La verdad no entendí su comentario, y sin tomarle mayor importancia salí a almorzar, allí estaba ella, mirando de un lado a otro, esperándome que llegara, y cual flecha, me encontraba sentado a su lado, conversando, contándonos un poco de esto y del otro, me animé en preguntarle que cargo ocupaba en la compañía, pues sin titubear, responde a mi pregunta: Gerente de ventas, y sin causar mayor estruendo, soltó un ligero rictus. Cual tontonazo, suelto la pregunta; ¿qué edad tienes?, le veo la cara de sorpresa, pues treinta y cuatro me responde sin mucho que alargar. Soy un pequeño principiante, ahora entiendo porque mi compañero lanzó el comentario, dije para mis adentros.
Con las semanas, Mizuki y yo fuimos afianzando nuestros lazos amicales, ya no solamente almorzábamos juntos, sino que también, nos encontrábamos a las afuera del trabajo. La primera vez, - y digo la primera vez, porque todos los días es diferente a su lado-, fue cuando me dirigía caminando rumbo al paradero de autobuses, cuando ella pasa en su auto y me tiende el claxon acompañado de una amplia sonrisa, no podía ser, era ella. Se estacionó y le doy el encuentro, vamos sube me dice, ¡que tontería! me dije. Estaba más que feliz.
Ese día nos fuimos a un café cercano de la zona, estuvimos conversando con mucha fluidez, nos contamos todo lo que nos había pasado durante el día, mientras que no vimos el correr de las horas, ya era de noche. Me dejó lo más cerca al paradero para que pudiera tomar mi autobus, y mientras estábamos abordo en el auto, deseaba que el tiempo se detuviera, ¡qué mujer más linda he llegado a conocer!. Me parece un sueño, la miré sonriendo. 
Nuestros encuentros fortuitos, eran la hora del almuerzo y también la playa de estacionamiento, donde salíamos sin rumbo a donde. Como cada tarde, se nos había hecho costumbre, mandarnos mensajes o mails, para saber nuestra ubicación y próximo encuentro. Esperaba su ansiado mensaje, sabía que pronto en cualquier momento me mandaría uno. Pasado cinco minutos llegó uno, y con muchas ansías lo leí. "espérame afuera, frente al parque, en quince minutos salgo". Era increíble, la quería ver, quería perderme con ella. Salí rápido de la oficina, bajé como sea el edificio de quince pisos, voy camino al parque, ahí estaba yo, solo, de rato en rato viendo mi reloj de mano, en eso recibo una llamada suya, le respondo de inmediato sin esperar que de un segundo timbrazo ¿Dónde estás?, me pregunta, estoy aquí, donde me dijiste, le respondo. Pues vente estoy una cuadra más arriba, finalmente añade. Le cuelgo, voy por ella. veo su auto, subo, la saludo con un beso en la mejilla, y muy picara ella, me dice que tiene pensado llevarme al Ritz Boulevard, un hotel muy bonito, adornado entre el estilo barroco y moderno, pues allí tienen un bar muy elegante donde preparan unos tragos espectaculares. Fuimos allá, estuvimos cerca de cuatro horas, conversando y riendo, afianzando más nuestra prematura amistad, que hermoso fue todo, estar cada vez más cerca de ella, contemplarla, verle su cándida sonrisa, me transforma en agua, y corro por las orillas de sus mejillas para acabar en la desembocadura de su boca. No quiero que la noche termine, desde ya, siento que la quiero, desde ya me encanta.
En el trabajo se escuchaban rumores, de nuestros encuentros, hasta inclusive un par de compañeros míos, me tocaban el tema sobre ella. Me incomodaba hablar del tema, y hablar referente a nosotros, acaso la gente no tiene nada mejor que preguntar, terminaba sentenciado al resto. 
A Mizuki, no le interesaba saber la opinión de los demás, y eso me encantaba de ella, que todo lo tomara con mucha tranquilidad y calma de quien proveniera. Por lo que siempre generaba en mi mucha seguridad. La quería aun más. Para mi tranquilidad, y dejen se hacer ese tipo de comentarios, decidió dejar de almorzar conmigo, sólo por un tiempo, cuando me lo dijo, sentí que mi corazón se partía en dos, pero es tan buena negociadora, lo reconozco, que me prometió canjearlo por otros eventos y mejores lugares. Así fue. Terminé accediendo a su petición, sencillamente porque terminé enamorándome de ella.
En los próximos días nos encontramos en el parque, ella se encontraba esperándome, en el auto, siempre con una hermosa sonrisa, y yo cual niño haciendo halago a todo. entre risas pequeñas y anécdotas, tomo impulso para acercarme a ella, cada segundo más, le tiendo un beso, ella me corresponde de buena manera, entendí que también, le gusto, le veo firmemente a los ojos, su reflejo me dice que también siente lo mismo que yo. Nos queremos. Y desde esa fecha nuestro amor se fortaleció más. 
Nuestros lugares llenos de recuerdos, era el bar del Ritz Boulevard, el parque, su auto, y actualmente su departamento donde terminábamos rendidos de amor en su cama, retorciéndonos de delirio, pasión y furia en los talones, al final de nuestro gran acto corporal, me inclinaba hacía ella, para invocarle mi absoluta fidelidad, mi amor entero dedicado a ella, y solamente a ella.
Ella, solía ser una mujer altamente cariñosa y abierta cada vez que estábamos a solas, la conocía a la perfección, interpretaba sus gestos y sus impulsos, ni que decir de su frágil cuerpo y tan querido y observado por mí. Sólo yo, la conocía tan bien, como nadie otro la pudo conocer. Solo yo, la conocía tan bien, que sabía cuando sin decirme nada, quería que la llevara a la cama. 
Nuestro encuentro, eran cada vez más evidente para otros, los compañeros de oficina, ya no solo lo hablaban, sino que también llegó a oídos de mi jefe, quien me tocó el tema con mucha abertura, en ese instante no supe que decirle, si mentirle o jugar con la verdad. Preferí no hablar del tema, y reaccioné con una mueca de que todo esto es una patraña. Por su lado, él no me creyó, y me dio un consejo; no te metas con las acciones de la empresa. Al principio, no entendí lo que quería decirme pero después entendí el mensaje, en realidad ella era pieza clave en la compañía y si hay alguien a quien tienen que sacar sería a mí. Estaba dicho. 
No pasó mucho tiempo para que todo este mensaje y complot, se hiciera realidad. Una mañana donde pretendía salir con ella por la tarde, no se pudo concretar, me llamaron del área de recursos humanos, dándome la noticia que a partir de hoy ya no era parte del equipo. Esa mañana, sin lidiar con los demás. Salí por la puerta grande, llevándome el orgullo, pero con la seguridad que estaría más cerca de ella. Mizuki, terminó enterándose ese día, porque sencillamente notó mi ausencia, y sin aspavientos, fue a preguntarle a mi ex jefe sobre mí. Ese fue el ultimo mes, en que ella dejó de laborar para la compañía ya que le parecía injusto que mezclen su vida personal con lo profesional.
Desde aquella fecha, nos reuníamos, las veces que ella podía, pues cada quien encontró un nuevo trabajo, ya nada era lo mismo que antes, y la relación se fue atenuando cada vez más, no negaré que la llamaba siempre, quería saber de ella, a veces le enviaba mails, y como siempre, solía responder de manera cortante y objetiva. La echaba de menos, quería que fuera como antes. Un día me revelé, la esperé afuera de su departamento, al verme se llevó una sorpresa, la mire fijamente a sus ojos y caía rendido de amor por ella, la abracé fuertemente, le dije que no podía desprenderme tan fácilmente, la necesitaba más que nunca, justo hoy, en ese instante. Me derrumbó con su plácida mirada, diciéndome que todo estaba bien, entramos a su departamento, me dio algo de tomar. Nos besamos como nunca, entre beso y beso le juré amor eterno, quería que se quedara conmigo para toda la vida, a cambio de eso, le prometía días felices, hasta que las arrugas de nuestro cuerpo se hagan notorias. Ella sonrió para mí. No dijo nada más. Su silencio lo decía todo. Me quería, pero ella sabía que esta relación no funcionaria más. Tal vez sea la diferencia de edad, pero eso no me importaba, me interesaba ella, tampoco me importaba lo que hablara la gente, quería gritarlo a los cuatro vientos el amor sensato que sentía por ella. Esa noche, fue la ultima vez que terminamos haciendo el amor, como dos locos desquiciados, me mostró una vez más su esbelto y perfecto cuerpo, una más la tocaba entre mis manos, sentía sus pechos encajar perfectamente en las palmas de mis manos, ¡qué mujer!. 
Es la mejor noche de todas las noches, que aun recuerdo y suspiro de amor. Ahora ese amor, se ha tornado un sublime recuerdo. Hemos prometido que cuando haya oportunidad de vernos, será porque así lo ha planteado el destino, pero también nuestro corazón. Le he prometido que a la próxima que nos veamos, la abrazaré tan fuerte y la llevaré hasta la luna, donde nos espera un baile eterno, un baile para nosotros dos, mi bello y preciado amor, Mizuki.     
   












 






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