"Primero, que tu has sido para mi lo más grande de este mundo, Dos que alguna quisimos compartir el breve instante que es la vida y tres que hoy yo vivo en la ruinas de un silencio, que va dejándome sin voz, lo que no entiendo es que ahora vengas otra vez a prometerme,una vida entera pero a tu manera, en que momento de mi largo caminar, perdimos eso ...una frase resumió lo diferente de los dos, lo que dure amor duró... hay gente que no consigues olvidar jamás, no importa el tiempo que eso dure".
Hace un año lo conocí, fue exactamente a fines de Julio, nos conocimos en una página de esos que buscan amigos y tal vez algo más. Por mi parte me entraba la curiosidad de conocer amistades o quien sabe; fluya algo más, aun era incierto. Un día me llegó una lista de fotos a ver quienes eran los próximos en pasar mi exigente aprobación, me detuve unos segundos al ver su fotografía, -y quien sabe haya conspirado el universo- lo aprobé. A las pocas horas me envió un mensaje de; hola ¿cómo estás?, inmediatamente le respondí y por la manera de escribir pensé que hasta ya me caía bien. No pasaron ni dos días para que me diera su número de celular puesto que sería más fácil la comunicación. Acepté. Comenzamos a chatear via whatssaap y posteriormente me llamó tal vez para asegurarse de mi voz, qué se yo, lo que si es cierto que su voz me pareció potente, y hasta importante. Después de colgarle, sentí una mezcla de ansiedad, y querer saber quien era ese hombre, y por las pocas fotos que mostraba en su perfil del cel, más en la página de citas, me dije es una persona importante, de echo y inclusive me imaginaba casi alto, o una talla media, un hombre con poder de mando, que de tan solo imaginarmelo me daba miedo, pero era un miedo de saber de él.
Pasaron varios días para proponerle conocernos, él aceptó. Coordinamos la hora y lugar. Cuando llegué aun no estaba, mientras tanto lo seguí esperando entre ansiosa y desesperada aun así conservaba la calma, cuando él me llamo para saber de mi paradero, yo seguía en pie, allí donde habíamos quedado. Lo vi llegar a los lejos, volteé y me hice la disimulada, cuando él trata de buscarme con la mirada, yo le paso la voz. Así fue como nos conocimos. Y conversamos creo que mucho tiempo sentados en la banca de un mirador, por supuesto cada quien manifestó una tímida conducta. Había acordado en citarme con una amiga en un bar, le dije para ir y terminó aceptando tal vez entre copas se soltaría más. Aunque la que estaba con sueño era yo, y no por él, sino por el respeto que le tengo a mi sueño. El propuso un par de copas, si estaba bien. El seguía tomando una tras otra, mientras que yo lo miraba de asombro, él me seguía mirando cual depredador a su presa. ¡Esa mirada! él quería algo más. Y yo sólo quería mi cama.
Pasaron pocas semanas, para que el terminara buscándome, me confesó que le gustaba, sin embargo yo le hablé de mi, tal vez por miedo, tal vez terror a enamorarme nuevamente, le hablé de mi, de mi mal humor, lo que me gusta y no me gusta, pues me saboteé a mi misma, con el fin que se arrepintiera, sin embargo no fue así, él quería probarme tal vez, o es que tal vez le gusta los retos, sea como sea, el vino a buscarme la siguiente semana, me lo recalcó nuevamente, pensé rápidamente en que ya habían pasado cuatro largos años en estar sola ya era momento de conocer a alguien, de darme una oportunidad más en mis fracasados intentos me di esa oportunidad, me brindé la llave para que ese pobre corazón mio vuelva ha sentir la magia nuevamente. ¡Acepto!, y fui yo quien terminé besándolo. Entre confundidos y alegres sentimos ese calorcito del tamaño de la semilla llamado amor.
Con el pasar del tiempo, nos hemos ido soltando y hasta tal vez, manifestando nuestro propio carácter, ese mal carácter que debería estar encerrado en la caja mágica del mal humor, tal cual le enseñan a los niños a que las rabietas no se guardan ni se llevan consigo, sino se ponen y se desechan en la cajita mágica. Es cierto que a lo largo del tiempo mis miedos han sido más fuertes que yo, cosa que aún no rompo el hielo, y no sé como, debo confesar que es mi talón de aquiles, y sino tuviera esos miedos, sería una persona más armoniosa y feliz conmigo misma. Y por esos mismos miedos, he sido promotora de propuestas como; dejarlo hasta aquí no más. Él, no entendía mi sin razón, y sin embargo él se mantenía en pie ante mi. Hemos pasado momentos gratos, y felices. He hecho cosas que jamás había hecho antes, dormir con un hombre. Desaparecida todo un día. Que descabellante suena para una chica que ya está en edad de hacer y deshacer, pero en mi caso no era así.
La semilla iba tomando forma, de planta y con un poco de amor se iba regando, y cuando me entraban los miedos nuevamente flaqueaba y nuevamente mi propuesta absurda de acabar. A que le tengo tanto miedo, no lo sé, porque ni yo misma me entiendo, esos miedos hablaban lo peor de mi o sencillamente me difamaba a mi misma. A pesar de ello, hemos ido y venido en un sincesar de veces, y cada vez que él me hablaba que todo estaba bien, me sentía tranquila aliviada, y lo quería por ello. No sé que punto, pasó que nos distanciamos, y sentí que ya no era lo mismo como la primera vez, creo que antes del verano eramos más felices que en el invierno. y así fue. Su mal humor, sus exigencias familiares, y yo con mis perturbados miedos, y lo único que hacía era no dar más. Y a pesar de ello hemos regresado, debo confesar que él cuando está sin estrés es un hombre más pleno y más feliz, más romántico y soñador, y cuando yo estoy sin estrés me vuelvo una soñadora, ¿en qué momento perdimos eso?.
Cuando hemos estado juntos, los dos en la cama, hemos conversado muchas ideas en mente, del matrimonio, de los hijos, de que haríamos y como nos comportaríamos, y es que cuando estamos solos sin el ruído exterior eramos más felices. Me pongo a pensar, que de verdad el universo ha conspirado -y cosa que no se lo he dicho- en algún de momento de mi vida pensé en trabajar en el exterior Panamá exactamente, curiosamente el regresaba de allá. En algún momento de mi vida, me dije el nombre de mi hijo será José Ignacio, y él lo dijo. En algún momento fui a consultar las cartas y me dijo que él sería el hombre con quien me casaría, y por último fui a conversarle al altar de mi niño pidiendome que me diera una señal, a los pocos días veo reflejado el rostro de mi niño en él rostro de él. Todo es una coincidencia o una conspiración del universo mismo. Sí, le pedí y siempre le he pedido a Dios y el universo que me enviara el hombre no perfecto, pero si correcto para mi.
Después de nuestras breves discusiones personales, por errores verbales y miedos personales, más no agresiones, decidimos dejarlo allí. Y el tiempo que lo conozco, es un hombre bueno, amoroso, sobresaliente, complaciente, que busca el cariño y el amor de la misma manera de la que da. Y yo sé que la encontrará. Quiero darle las gracias por la paciencia y el amor que me tuvo, por esa magia que sembramos juntos y la sentimos, nos amamos, y todos aquellos episodios lindos que la pasamos juntos. Con él aprendí lo que es el amor, el cariño y el afecto. Jamás lo olvidaré, lo tendré en un lugar especial de la memoria y el corazón.
Y a pesar de las señales, cada quien escoge su destino. Adiós fue lo último que me dijo.
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