¡Dios mio!, en que momento nos resbalamos y dependemos de un hilo, en que momento cerramos los ojos y despertamos desorientados, irritados y confundidos.
Mil cosas pasan por mi cabeza, encontrando una respuesta, hallando la verdad, noticias van y vienen, unos dicen una cosa y otros otra. El ser humano se esta debilitando y la naturaleza está recuperando su esplendor. El mundo por fin se oxigena de tanto dióxido, mientras que el ser humano está sufriendo la debilidad pulmonar. Es un virus; otros dicen que fue producto al consumo de animales exóticos, otros dicen que fue creado por los mismos Chinos. En realidad el virus está consumiendo gran parte del planeta. Es el karma, pienso yo. Veo el cielo más impecable por el día, por las noches las estrellas y la luna se esconden, son testigos de la cuarentena. ¿En qué va a terminar todo esto?.
He estado en algún momento en la retención de mi habitación, no me fastidia, pero siento un vacío, un silencio absoluto. Cada vez que llega la noche pareciera que fuera la única que viviera en la cuadra, no veo luces encenderse desde el resto de las casas, tampoco veo gente abrir sus ventanas, mucho menos salir de sus casas. Es una especie de sentimientos encontrados. No sé como estará allí afuera, en otras calles, en otras avenidas y ciudades. Y pensar que hace unas semanas hacíamos una vida normal, de entrar y salir, ir a trabajar, regresar de hacer compras, otros viendo a sus hijos o familiares, ahora estamos privados en absoluto resguardo.
Y pensar que pretendía viajar el año entrante, mis ilusiones se han hecho trizas, pero eso no me mortifica puedo seguir esperando dos años más si es posible. Mi único consuelo son mis recuerdos y momentos fotográficos. Ahora entiendo que hemos sido felices y no nos dimos cuenta, ni siquiera no nos ha dado tiempo de despedir el verano. Entramos al otoño, con el resoplo ahogado y místico de esos que remesen ventanas y puertas.
Me invade la meditación y reflexión, me pongo a pensar y entre tantas preguntas pocas son las respuestas que recibo.
Me invade la meditación y reflexión, me pongo a pensar y entre tantas preguntas pocas son las respuestas que recibo.
Tengo una respuesta: nuestra felicidad es la que estamos actualmente viviendo en nuestras casas con nuestras familias, compartir momentos afianzados, tal vez esos momentos que se van perdiendo cuando uno comienza a trabajar, a estudiar, cuando se hace adulto y cada uno camina por su propio sendero.
Hoy es el momento de afianzarnos y disfrutar del momento, de la felicidad llamada vida.
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