Juguetes por aquí y por allá, ni cuando era niña he tenido tantos juguetes, tampoco recuerdo haberlos tenido regados, pues en casa habían protocolos que cumplir, una de ellas mantener la casa ordenada y cada cosa en su lugar. Mi abuela era quien se encargaba de la limpieza y todo lo que corresponda a la casa. Ella me advertía diariamente, en no rayar las paredes, en no tener los juguetes tirados, en sacarlos en su debido momento, en estar tranquila sentada, y un sinfín que a estas alturas ya ni recuerdo. Como toda niña exploradora, descubridora de las cosas, rayaba las paredes con crayolas, las pintaba de tempera, según yo estaba haciendo realidad el escenario de Nubeluz en la casa, jugaba todos los días con los pocos juguetes que tenía y gracias a ello inventaba cada juego, por lo que en mi adultez me favorece mi alta creatividad para solucionar problemas.
Han pasado ya, unos treinta años de aquella infancia. Solo de ver los juguetes por aquí y por allá me hace recordar que jamás la casa ha estado cubierta de tantas cosas exclusivamente para un bebé que tan sólo tiene ocho meses de nacido.
No, no me doy abasto, todos los días, es un día diferente en el cual, hay que preparar el desayuno, bañar al bebé, hacerlo dormir, hacerlo jugar, darle su almuerzo, hacerlo jugar, pasearlo, darle su merienda, hacerlo jugar, por suerte puedo lavar ropa y ordenar finalmente. Los tiempos se acortan y nunca me sentí tan desgastada físicamente. Lo bueno de todo es que estoy adaptaba al trabajo bajo presión, pero este nuevo oficio supero mis expectativas.
Ya no quiero más juguetes, pero a medida que crece es necesario que tengas sus juguetes didácticos, todo es bueno, juguetes, los productos reciclados, cartones, telas, plásticos, etc, todo sirve para que el bebé pueda desarrollar su motricidad fina. He dejado de leer mis libros pendientes, por leer libros sobre el desarrollo del bebé y entre otros comportamientos. - Todo cambia en un pestañeo-.
Cuando estaba gestando me dijeron: Duerme todo lo que puedas. Pues yo diría, no. Arregla todo tus pendientes, acomoda tus cajones, tu ropero, ordena lo que tengas que ordenar, lee lo que tengas que leer, haz lo que tengas que hacer. Después de eso, mi vida pasó a segundo y tercer plano.
Juguetes, por aquí y por allá, almacenados en recipientes que logré comprar, aun así nada es suficiente. Temprano en la mañana se van sacando para que el bebé juegue y pueda entretenerse llegado la noche, todo se tiene que depositar al lugar donde le pertenece. es un arduo trabajo, levantar todo lo que está en el piso.
Ahora puedo comprender a mi abuela, la pobre se encargaba de la casa aun así nunca la vi que se quejaba de sus funciones. La maternidad pesa y cuesta al principio, supongo que más adelante se es más flexible. Quiero creer eso, porque sino incurriré en una falsa expectativa mía.
Finalmente en un corto suspiro me digo -aun hay mucho por enseñar y por aprender-.
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