El era un tipo sin pelos en la lengua, sincero, franco, amoroso, irónico, motivador y diplomático. Un tipo que realmente decía cosas que te podían estremecer hasta los huesos, cosas de las cuales con una caricia te podía erizar el vellos de la piel. Así era él. Un tipo que si la sabia hacer y vaya que si sabia como hacerla. En realidad eso me encantaba, me motivivaba no sólo con palabras sino con acciones que dejaba muy en claro que era un tipo de armas tomar, cosa que aun más hacia engrandecer mis pequeños ojos de admiración y encanto.
Por la distancia no teníamos comunicación directa, y pues sólo nos comunicabamos via messenger o via mensajes de textos -era muy flojo para esto- pero así encontramos la forma de comunicarnos, cosa que me acostumbre a sus mensajes cortos y la fluidez del chat. Cada vez que sonaba el timbrecito de recién conectado, me fijaba que era él, me daban mis ataques -falta de aire, emoción, desesperación- y hasta me arreglaba el cabello, claro está que esperaba que él y sólo él me saludara como siempre me solía saludar -Hola bebé, ¿cómo estás?- por mi parte solía mantener la calma aunque era desesperaba, no pasaban ni un minuto e iniciaba la conversación y como que recién se acordaba de mi o como también ni me respondía y se salia de la nada, me enfurecía cada vez que me dejaba con la palabra en el aire, después se excusaba que andaba utilizando el internet del trabajo o como también hubo veces en que ni bien se conectaba me respondía en un microsegundo y yo como buena chica lo saludaba al ratito, porque era inevitable.
En persona cada vez y las pocas veces que nos veíamos, debí de haber tomado o llevado agua de azahar en mi bolso porque realmente a su lado me ponía nerviosa, entre risas y coqueteos, teníamos muchas cosas de que conversar de ello de aquello enfin... un montón de cosas, cosa que fue conquistando y maravillando cada día más. Caminando abrazados o riendo o dándome vueltitas en plena calle o modelando para él, fueron una de las cosas más impactantes que he vivido en mi vida. Siempre me hablaba con naturalidad, a veces se le salía la soberbia creo que muy a menudo, cosa que me disgustaba pero me lo hacia olvidar cuando me hablaba al oído y me hacia sentir en las nubes. Su amor hacia mi siempre fue muy muy especial porque nuestro amor y cariño fue distinto que el de una pareja con problemas y peleas, el de nosotros fue mágico, no sabíamos que eramos, eramos y no eramos pero ahí andábamos y eso más me encantaba, parecíamos una especie de amantes, pero no lo eramos, nos respetamos y sobre todo nuestra relación fue mas amical del cual empleamos muchos temas de conversación y creo que esa fue nuestra base triunfadora.
Nos contabamos de todo como también nos aconsejabamos mutuamente estando o no estando porque seguimos siendo amigos, sólo que en la actualidad ya las cosas han cambiado, pero eso es otro tema.
Siempre hubo en él algo que me cautivo y fue su sonrisa porque cada vez que conversabamos al final me sonria y eso reflejaba ante mi vista seguridad y armonía. Siempre hubo algo más que me fastidiaba y era su diplomacia: no era de escribir mucho, ni de colgar muchas fotos en su pagina social, ni mucho menos de comentar perfiles ni hacer comentarios y esto repercutía en las veces que ni me respondía ni por mensaje de texto ni por msn, o si me respondía era directo, si se puede comparar con cortante pues diría casi casi sólo que el diplomático es más honesto, el cortante dice cualquier disparate con tal no hablar mas del tema.
En la actualidad pienso que su diplomacia me enseñó a no entregar a cualquiera mi opinión como también el poco amor que brindo, pero también me enseñó a ser de oídos sordos a los que dicen cosas incoherentes.
Su diplomacia fue la que resaltó más en su amor y trato y es eso lo que rescato a estas alturas ante gente y cualquier tipo de gente que dice y hace cosas sin sentido sólo para lastimarte entonces es ahí donde uno debe de emplear el sentimiento diplomático, sonreír y no decir más de cinco palabras sin lastimar ni ser lastimado.
Ahora mis sentimientos hacia él son diplomáticos y sobre todo seguimos siendo buenos amigos con rumbos diferentes.
Por la distancia no teníamos comunicación directa, y pues sólo nos comunicabamos via messenger o via mensajes de textos -era muy flojo para esto- pero así encontramos la forma de comunicarnos, cosa que me acostumbre a sus mensajes cortos y la fluidez del chat. Cada vez que sonaba el timbrecito de recién conectado, me fijaba que era él, me daban mis ataques -falta de aire, emoción, desesperación- y hasta me arreglaba el cabello, claro está que esperaba que él y sólo él me saludara como siempre me solía saludar -Hola bebé, ¿cómo estás?- por mi parte solía mantener la calma aunque era desesperaba, no pasaban ni un minuto e iniciaba la conversación y como que recién se acordaba de mi o como también ni me respondía y se salia de la nada, me enfurecía cada vez que me dejaba con la palabra en el aire, después se excusaba que andaba utilizando el internet del trabajo o como también hubo veces en que ni bien se conectaba me respondía en un microsegundo y yo como buena chica lo saludaba al ratito, porque era inevitable.
En persona cada vez y las pocas veces que nos veíamos, debí de haber tomado o llevado agua de azahar en mi bolso porque realmente a su lado me ponía nerviosa, entre risas y coqueteos, teníamos muchas cosas de que conversar de ello de aquello enfin... un montón de cosas, cosa que fue conquistando y maravillando cada día más. Caminando abrazados o riendo o dándome vueltitas en plena calle o modelando para él, fueron una de las cosas más impactantes que he vivido en mi vida. Siempre me hablaba con naturalidad, a veces se le salía la soberbia creo que muy a menudo, cosa que me disgustaba pero me lo hacia olvidar cuando me hablaba al oído y me hacia sentir en las nubes. Su amor hacia mi siempre fue muy muy especial porque nuestro amor y cariño fue distinto que el de una pareja con problemas y peleas, el de nosotros fue mágico, no sabíamos que eramos, eramos y no eramos pero ahí andábamos y eso más me encantaba, parecíamos una especie de amantes, pero no lo eramos, nos respetamos y sobre todo nuestra relación fue mas amical del cual empleamos muchos temas de conversación y creo que esa fue nuestra base triunfadora.
Nos contabamos de todo como también nos aconsejabamos mutuamente estando o no estando porque seguimos siendo amigos, sólo que en la actualidad ya las cosas han cambiado, pero eso es otro tema.
Siempre hubo en él algo que me cautivo y fue su sonrisa porque cada vez que conversabamos al final me sonria y eso reflejaba ante mi vista seguridad y armonía. Siempre hubo algo más que me fastidiaba y era su diplomacia: no era de escribir mucho, ni de colgar muchas fotos en su pagina social, ni mucho menos de comentar perfiles ni hacer comentarios y esto repercutía en las veces que ni me respondía ni por mensaje de texto ni por msn, o si me respondía era directo, si se puede comparar con cortante pues diría casi casi sólo que el diplomático es más honesto, el cortante dice cualquier disparate con tal no hablar mas del tema.
En la actualidad pienso que su diplomacia me enseñó a no entregar a cualquiera mi opinión como también el poco amor que brindo, pero también me enseñó a ser de oídos sordos a los que dicen cosas incoherentes.
Su diplomacia fue la que resaltó más en su amor y trato y es eso lo que rescato a estas alturas ante gente y cualquier tipo de gente que dice y hace cosas sin sentido sólo para lastimarte entonces es ahí donde uno debe de emplear el sentimiento diplomático, sonreír y no decir más de cinco palabras sin lastimar ni ser lastimado.
Ahora mis sentimientos hacia él son diplomáticos y sobre todo seguimos siendo buenos amigos con rumbos diferentes.
Felicidades por el blog Jill!!!, voy a estar atento a lo que escribes.
ResponderEliminarJhon..
Gracias amigo... que lindo que te haya gustado jejeje...cdt, besos.
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