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MEJOR NO



Desde cuando empecé a salir con mi antiguo enamorado, me contaba cosas personales de él y cosas de sus ex chicas.
A mi parecer, no me gustaba sentía cierto recelo pero por otro punto de vista lo veía bien, puesto que así tenía que ser una relación llena de confianza y comunicación. A esto se suma la intriga que tenía del qué fue de sus exs.
Como nuestra comunicación era por internet ya que él radicaba en otra ciudad. Pues me mandaba las fotos de sus exs. Sinceramente me horrorizaba de ver tanta barbarie sabiendo que él por ser como es, se merecía alguien mejor.
Después de saber el reportorio de las chicas con quien estuvo con nombres incluidos, terminamos. No por eso, aunque de cierta manera influyeron. Ni que decir.
Después de un año sin contarme sus "cosas personales" sobre todo con quien estaba saliendo. Le reclamé por ello porque ya no me contaba sus cosas. Le increpé y me molesté. Él también se molestó. Porque en el fondo sabía que no estaba bien y que tenía problemas amorosos. Sólo quería ayudarlo.
Él empezó a contarme todo. Con quien salía y con ellos sus problemas.
Desde ahí me volví en una incondicional amiga, más que eso en su consejera, psicoterapeuta, y pañuelo de lagrimas. Nadie más y mejor que yo.
No había día en que no me hablara de ella. Me la presentó por foto y de nuevo volví a reír. Una vez más caía en el juego de saber de él, pero también más de ellas.
Pasado algún tiempo él actuaba de una manera extraña, y sin querer me contaba de una amiga equis con quien salía, a mi parecer había algo más que una simple y llana amistad.
Siempre lo aconsejaba y lo orientaba porque él siempre me mandaba mensajes o me llamaba para saber de mí. De alguna u otra manera existía cariño amical, pero muy aparte de eso para contarme sus cosas con su enamorada. 
Los horarios de esas clásicas llamadas eran a partir de la media noche a veces me llamaba a las dos de la mañana para contarme sus dilemas emocionales. Yo solamente lo escuchaba y una vez que acaba de contarme le decía mi parecer.
Nunca me había llamado tanto, ni desde cuando estuvimos, nuestra conexión era vía mensajes de texto o por  cel. Sus llamadas a veces eran insistentes una y otra vez. Habían momentos que ni contestaba el celular -me la daba de especial-, pues ¡sí!, después de mucho tiempo de haber terminado con él y haberle puesto las cosas claras de nuestra amistad, de contarnos nuestras cosas, se estaba volviendo absorbente e intolerable. Ya no me gustaba que me llamara sólo para contarme sus cosas sino que también confundía sus momentos de ruptura por coquetearme con lindas palabritas. Le seguía el juego, sabiendo que sólo estaba jugando, haciendo falsas y vanas promesas.
Me convertí en su eficaz consejera de hombro. Me contaba cosas buenas y terribles de su ex, dejaba mucho que desear, si así hablaba de ella, que no hablaría de mí. Me mandaba fotos de sus exs chicas con quienes estuvo en algún momento. Me informaba de sus salidas y sus viajes. -marcando tarjeta conmigo, como si estuviera con él-, Me hacía falsas ilusiones. Me comentaba de su mejor amiga y con las chicas con quienes se había besado sólo por sacarle celos a su ex.
¡No!, en ningún momento fui su dama de compañía. Él jugaba con todas y quería jugar conmigo al querer entablar de nuevo una relación. Yo sólo le seguí el juego con palabras y mensajitos de texto de alguna manera cariñosa, pero era consciente que jamás regresaría con él y a pesar que me hizo saber de sus exs con hoja de vida incluido, era el colmo de los colmos.
Lo que me pareció en primera instancia de contarnos nuestras cosas saludablemente, resultó ser un pandemonio. Más bien me llenaba de muchos pensamientos en la cabeza pero también a analizar bien las cosas, saber hasta donde llegar con él. 
Después que él terminó con su ex y con la amiga con quien salía. Encontró una nueva chica con quien se quedó para siempre.
Por su parte aprendió a ya no contarme sus cosas personales y yo a no ser más consejera de ningún otro chico, para no regresar a la misma novela de siempre. El cuento del sin fin.
De esta anécdota de mi vida he aprendido a rescatar algo valioso, que el pasado ya no tiene importancia ni importancia de contar las cosas ni llamarlas por sus nombres. El pasado marca una gran distancia con el presente. Por ser demasiado sinceros a veces se termina mal o la mente trabaja demasiado pensando en mil cosas a la vez.
Así que mejor ya no me cuentes nada, mejor estamos así como estamos. No somos los mejores amigos pero tampoco de lo malos. Mejor ya no hay que seguir conversando de nuestras cosas. Mejor hasta ahí nomas. Mejor darle la vuelta a la pagina tú con tu historia y yo con la mía. 
Y cuando llegue de nuevo a enamorarme prefiero no saber de su pasado ni con quienes estuvo.
Mejor, ¿no?...

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