Me declaro quieta, pacifica, relevante y justa. Me declaro
sol, después de aquella noche infinitamente estrellada. Me declaro mar, porque
en mi se emerge y sumerge los secretos y bondades del océano. Me declaro cielo,
porque en mi se descubre fascinantes virtudes de la naturaleza, nunca antes
vista. Me declaro arcoíris, porque en mi llevo una acuarela de colores para
pintar mejor la vida. Me declaro orquídea, por lo silvestre y atractiva de su
flor, como difícil de conseguirla. Me declaro soñadora, porque vivo en mis
mágicos sueños, echada y de pie. Me declaro realista, porque siempre digo lo que
es, siempre digo lo que veo. Me declaro roca, por la fortaleza y permanencia que
se ancla en mí. Me declaro pensativa, como caminar y ver la luz al final del
camino. Me declaro sinónimo, porque pienso lo mismo que tú. Me declaro antónimo,
porque discrepo y defiendo mis ideales. Me declaro rosas, y no por mi apellido,
sino por lo frágil y cuidadosa. Me declaro monomio, porque pienso en mí. Me declaro
binomio, porque me preocupo por los demás. Me declaro agua, porque suelo apagar
llamas abrumadoras. Me declaro montaña, porque de vez en cuando soy
inalcanzable. Me declaro invierno, por lo fría y helada que puedo ser, sin
importar la estación del año. Me declaro otoño, y así como las hojas de ese
gran árbol, suelo cambiar mi piel. Me declaro primavera, porque en mí renace
una flor colorida. Me declaro verano, despojada de ropas, de caminar ligera, de
sonrisa cálida. Me declaro un nuevo amanecer, donde comienza un nuevo día. esperado
y bienvenidos por todos. Me declaro ausencia, por momentos me hago un punto y
aparte. Me declaro pasión, todo lo que hago y lo que vivo, se expresan en su máximo
esplendor. Me declaro amante, una buena compañía para la alegría. Me declaro cómplice,
todo lo sé, todo lo puedo ver. Me declaro beso, después del uno, tras otro. Me
declaro conocedora, todo lo que se es porque lo he vivido. Me declaro creyente,
creo firmemente en lo que veo. Me declaro incrédula, siempre tengo mis
sospechas. Me declaro voluble, como los sucesos del día a la tarde, de la tarde
a la noche. Me declaro culpable, fui yo la que te hizo sentir mal. Me declaro
inocente, y lo afirmo con pruebas y justicia. Me declaro ingenua, suelo pecar
en vagos comentarios. Me declaro astuta, antes que me digas algo, suelo dar en
el blanco con las respuestas. Me declaro fiel, me comprometo y me alianzo con
todo. Me declaro amiga, escucho y aconsejo el buen caminar. Me declaro
clarividente, puedo ver los que otros no ven. Me declaro risueña, le pongo el
buen espíritu de corazón. Me declaro sentencia, y después de lo evidente me
hago un punto final. Me declaro equilibrada y cual equilibrista todos los días paso
sogas. Me declaro impulsiva, la poca cordura se deja manifestar. Me declaro sucesos,
porque el capítulo continúa. Me declaro amor, porque a primera vista guardo el
sentimiento más puro que nadie ha sentido. Me declaro odio, una mezcla de
sentimientos rechazados. Me declaro paz, llevando cánticos y declaración en
blanco. Me declaro propietaria, de mi propia vida y destino. Me declaro mujer,
miro, sonrío y deleito. Me declaro música, con melodías para cada momento del día.
Me declaro recuerdos, nunca los olvido y los voy llamando por su nombre. Me
declaro amnésica, porque suelo olvidar sucesos del pasado. Me declaro
caminante, la cantidad de suelas me es
incontable. Me declaro
humana, con virtudes y defectos. Me declaro paraíso; de mar, tierra y aire, por
donde lo veas, nace un suspiro, y esta última parte la quiero compartir
contigo.
L os recuerdos más bonitos que conservo en mi caja de aventuras es con mi bicicleta, ya que creamos una magia muy especial, una conexión, un lazo amical, que con el tiempo se convirtió en grandes anécdotas reflejadas en un suspiro. Mi bicicleta amiga, me enseñó a ver diferente, a ponerle más color y brillo a mis ojos, con algunas decoraciones que lo hacían parecer fantásticas pero sobre todo creativas. Aprendí a imaginar, a soñar, a sonreír, a disfrutar y encontrar la paz de un sólo respiro. Una magia interminable y que aún la conservo en mi bolsillo derecho. Cuando era muy pequeña paseaba en bicicleta compartiendo el mismo asiento que manejaba mi mamá. Conversando, cantando y riendo. Sobre todo yo, la más emocionada a todo esto. Allí me veo cual film, parándome encima de la baranda de apoyo de la bicicleta, estirando mis brazos, creyéndome la dueña del mundo y cantando muy fuerte para que todos me escuchen. Pues la vergüenza era ajena en mí, sólo brotaba y...
Ada: Eso ya parece mas una conexion telepatica , verdad!!!!...
ResponderEliminarEs enserio?... jajaja un abrazo.
EliminarCHEVRE TU PUBLICACION - Christian Jauregui
ResponderEliminarGracias, Christian :)
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